En la pelicula Manhattan, Woody Allen se sorprende cuando la joven Mariel Hemingway le dice con cierta malicia: «¿Por qué no hacemos… cosas prohibidas?». Él piensa por un momento esa proposición erótica y responde: «Tendré que ir a por mi traje de buzo».
En la sexualidad la fantasía puede ser un ingrediente importante y también un catalizador de la excitación. Las fantasías sacan a la luz los deseos ocultos de una persona y los obstáculos que la separan del placer.
Textos: Laura Torres con informaciones de Rosa Martínez Sanz (sexóloga) y Javier Mur.
Del sexo reproductivo al sexo recreativo
Las fantasías sexuales eran pecaminosas en algunas religiones, y hasta la psiquiatría las ha considerado como una perversión de personas insatisfechas e inmaduras. Hoy aparecen más bien como un componente más de la vida.
La capacidad de fantasear y jugar es inherente al ser humano. ¿Por qué no ha de estar presente la fantasía erótica, junto a otras sensaciones placenteras? Este aprendizaje, si se vive como algo natural, puede acompañar a la persona en el desarrollo de su sexualidad a lo largo de la vida. Los sexólogos nos dicen que a veces el tabú y la represión en la educación sexual recibida también alcanzan a las fantasías sexuales. Con la madurez solemos convertirnos en personas «serias», pero si es posible crear un puente hacia la niñez sin inhibiciones ni juicios es, justamente, a través del cuerpo cuando hacemos el amor.
La fantasía permite fomentar esa actitud juguetona, sea en la alcoba o fuera de ella. Puesto que el sexo es algo placentero, tentador y no obligatorio, algunas fantasías pueden ser un buen estímulo para contribuir a vivir el goce que aporta la imaginación.
Conocimiento y estímulo
Comprender la profundidad y riqueza de nuestra imaginación erótica, qué son y para qué sirven las fantasías, es una pregunta en la que vale la pena detenerse al mirar nuestra sexualidad. Y es también un aspecto importante que debe considerarse en cualquier proceso terapéutico donde se aborde la sexualidad, tanto en terapia individual como de pareja.
La fantasía sirve para conocerse más y puede incorporarse como uno de los estímulos sexuales que potencian el erotismo. La capacidad de ir a cualquier lugar y hacer aquello que deseemos y con quien deseemos, gracias a la imaginación, es una expresión de la libertad individual y de la capacidad creativa. Ayuda a trascender la realidad, incrementa la confianza, proporciona una vía de escape a los sentimientos reprimidos y es un poderoso recurso para despertar, o para no perder, el deseo sexual.
Un recurso muy personal
Las fantasías permiten desplazarse en el tiempo, sentirse más atractiva o deseado y disfrutar de mejores capacidades amatorias. A través de ellas podemos repararnos, resarcirnos y transformarnos. Mediante las fantasías combinamos nuestra historia personal con la imaginación colectiva, pues cada cultura utiliza estímulos y prohibiciones distintas para delimitar lo sensual y lo sexual. También permiten superar los límites de nuestra conciencia, de nuestra cultura y de la imagen que tenemos de nosotros.
Como no es común hablar de sexualidad y contamos con una larga tradición de tabúes y prohibiciones, la fantasía puede ser una buena herramienta al abordar los conflictos y las confusiones de orden sexual.
Para qué sirven las fantasías
A menudo las fantasías anuncian o permiten llevar a cabo lo que una persona no se atreve a hacer en la vida real.
Expresar los deseos sexuales y generar o potenciar la excitación. A veces pueden servir para iniciar o incrementar la excitación sexual, bien para acompañar el placer o para poner en marcha la expresión amorosa en pareja. Otras personas se valen de sus fantasías como recurso para lograr el orgasmo.
Evitar insatisfacciones. La fantasía puede ser el modo de compensar una realidad diferente. Por ejemplo, si la pareja no aprueba cierta práctica sexual se puede fantasear sobre ella.
Vehiculizar sentimientos que a veces se rechazan (como el miedo). Incluso si tiene un contenido erótico, puede ayudar a liberar una emoción.
Sin riesgo. Cada persona puede elegir el riesgo que está dispuesta a correr en su pensamiento, pero no en la realidad.
Alivio de ansiedad o de culpa Las fantasías también pueden servir para compensar otras necesidades o carencias que causen turbación, o para descargar tensiones internas.
Un ensayo controlado. En muchas ocasiones la fantasía permite anticiparse a una situación que se espera con entusiasmo y ayuda a prepararse o prever dificultades. Esta función se da con más frecuencia en adolescentes o personas con escasa experiencia sexual y ofrece alivio y seguridad, aunque lo imaginado difiera de la realidad.
Algunos temas frecuentes
Recuerdos, olores, sonidos, palabras, texturas, momentos y situaciones… Todo puede ser fantasía si pone en movimiento la rueda del deseo. La amplitud de los temas eróticos solo tiene los límites del pensamiento de cada cual.
La experimentación. Situaciones si probarlas en la vida real, como mantener relaciones sexuales en un lugar público o a la vista.
Poder. La persona decide las acciones que se van a realizar.
Encuentros idílicos. Conocer a un extraño en condiciones insólitas o paradisiacas, donde la fuerte atracción es tan rápida como la separación; también se caracteriza por la ausencia de compromiso una vez satisfecho el deseo.
Otra pareja. Con alguien que sea deseable, o un personaje inventado.
En grupo. Prácticas sexuales diferentes, con otras personas y variantes, como las relaciones heterosexuales, homosexuales o bisexuales.
Voyeurismo. Imaginar escenas en donde se contempla a otros practicando diversas actividades sexuales.
¿Compartir fantasías con la pareja?
Hay que tener en cuenta ciertos riesgos si se quiere compartir la fantasía en pareja, por ejemplo que pierda su valor erótico al ser contada o que la pareja no reaccione como se desea.
Algunas parejas avivan el erotismo al contarse sus fantasías o al representarlas, pues les permite mostrarse y sentir de manera novedosa. La condición es que ambos estén de acuerdo y les resulte placentero. El límite está en jugar y no en imponer. Entrar en el espacio mental erótico del otro requiere un esfuerzo de comprensión y empatía, más allá de otras sensaciones, como el ridículo. ¿Estamos realmente preparados para escuchar las fantasías que pueda imaginar nuestra pareja sin inquietarnos o perturbarnos? Conviene saber qué límites pueden traspasarse y cuáles no.
Natural e impredecible
Inspirada en anteriores experiencias sexuales o explorando sus deseos, la persona transforma su memoria, y sus vivencias y las combina con nuevas formas. En las fantasías pueden darse imperfecciones, pero sobre todo pasión, entrega, plenitud, morbo. Cualquier emoción que se desee sentir puede ser evocada a través de los protagonistas; él o ella es quien dirige cómo y de qué modo se comportará su amante: silencioso y pasivo… apasionada y atrevida…
Tener fantasías con alguien distinto mientras se hace el amor con la pareja puede generar sentimientos de culpa y hasta de infidelidad. Pero es parecido a cuando alguna vez nos atrae alguien sin que eso cuestione nuestra relación de pareja. Puede ser frecuente fantasear con otra persona y darle el carácter de naturalidad que se merece toda fantasía.
Los efectos impredecibles de una fantasía sexual pueden variar en cada persona y situación. Muchas personas no tienen el menor deseo de transformar en realidad sus fantasías sexuales, pero otras sí las llevan a cabo, con resultado variable: puede convertirse en una experiencia satisfactoria o decepcionante.
Valores sexuales
Una cosa son los valores sexuales y personales y otra las fantasías, igual que no es lo mismo imaginarse un héroe de guerra y desear ir realmente al combate. Desarrollar la imaginación sexual no indica que exista un problema psicológico detrás. Algunas fantasías se pueden oponer a las creencias y escalas de valores pero, como se trata de escenas imaginadas, la persona las tolera.
Las fantasías implican ficción, simulación, no reflejan el deseo de algo real. Como los sueños y las obras de arte, son mucho más que lo que parecen ser; son creaciones psíquicas complejas, cuyos contenidos simbólicos no pueden traducirse literalmente.