El influjo de la Luna

Inspirador y protagonista de todas las mitologías, nuestro satélite puede tener una influencia beneficiosa en nuestro día a día.

Textos: Anna Sólyom

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«Todos somos como la luna: Tenemos un lado oscuro que nunca mostramos a nadie».

MARK TWAIN

Por mucho que los seres humanos jueguen a ser dioses, al igual que los animales y las plantas, estamos sujetos a ritmos biológicos. Nuestra vida está marcada por la cronobiología, como se define el ritmo circadiano que gobierna los procesos fisiológicos de un organismo vivo en un ciclo de 24 horas. Gracias a ello, dormimos y nos despertamos guiados por las hormonas que operan en nuestro cuerpo.

Pero hay otros ritmos adicionales —algunos más largos de 24 horas— que rigen nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, la menstruación femenina, los ciclos de reproducción de los animales y plantas, o las migraciones de algunas especies.

Con una duración de 29,5 días, popularmente se cree que los ciclos lunares son relevantes para la vida marina y tienen influencia el nivel de la marea. ¿Influyen también en nuestra salud y emociones?

 

Ritmos lunares

Un error común es pensar que las fases de la luna inciden en las mareas. Es la distancia cambiante entre la Luna y la Tierra lo que desencadena los cambios en los niveles de las aguas. La fuerza de las mareas aumenta por las alineaciones y la proximidad del triunvirato de Tierra, Luna y Sol, no porque haya o no luna llena.

Lo que se sabe a ciencia cierta es que en los animales hay varias hormonas que se regulan con los ciclos lunares, como las responsables del sueño (melatonina)y el estrés (corticosterona). La imagen ancestral del lobo aullando a la luna llena es una prueba de ello.

En cuanto al ser humano, a lo largo de de miles de años de observación, nuestros antepasados agrícolas se acostumbraron a cultivar y recolectar, ayudadospor las fases de la luna, utilizadas también como guía por los curanderos hasta la llegada de la revolución médica.

Desde un punto de vista estrictamente científico, la influencia de la luna en las personas solo se ha demostrado en las fases de sueño, ya que contamos con un reloj corporal interno sincronizado con su visita nocturna a nuestra parte del planeta.

 

Historia y mitos

La Luna es un ente celestial mucho más estable que las aventuras que cuentan la mitologíagriega y romana, aunque ha alumbrado la imaginación de muchas más culturas.Está atrapada por la gravedad de la Tierra, y aunque gira alrededor de nuestro planeta en un ciclo elíptico, no gira alrededor de sí misma, mostrando siempre el mismo lado. Es por eso que, desde la Tierra, nadie puede ver la cara oculta de la luna.

Esta inmovilidad choca con las historias fantásticas que relacionan nuestro satélite con la naturaleza cambiante e indomable que desencadena poderes secretos.

LA LUNA EN LAS DIFERENTES MITOLOGÍAS

* Inuit:Alignak. El dios de la luna y del clima. Controla las mareas, preside los terremotos y los eclipses y está vinculado a la vida futura.

* Griega:Artemisa. Diosa de la caza y de la luna creciente. Su equivalente romana es Diana.A la misma mitología perteneceSelene, la hermana de Helio, el dios del Sol, que se celebraba las noches de luna llena. Por último tenemos a Hécate, la diosa madre, también asociada a la luna llena y la luna nueva, porque se creía que estaba conectada con el mundo de los espíritus y que estaba presente en el momento del parto y de la muerte.

*Celta: Cerridwen.Guardiana del caldero del conocimiento: diosa del inframundo,fuente de sabiduría e inspiración. Estrechamente asociada a la luna llena.

* China: Chang’e.Su leyenda cuenta cómo esta heroína salvó a la población de su esposo, un rey tiránico, al beber su poción de vida eterna. Eso provocó que ella se elevara hacia el cielo, convirtiéndose en la luna.

* Azteca:thot

. Hermana del dios Huitzilopochtli que mató a todos sus hermanos. Su cabeza se convirtió en la luna.

* Egipcia:Thot. Dios del conocimiento secreto. La misma mitología relaciona la luna con Isis, la diosa madre.

* Japonesa:Tsukuyomi. Este dios de la luna es protagonista de numerosas historias que aún perviven en la tradición nipona.

Estas historias inmortales hablan del origen de la Luna y su relación con el Sol (que difícilmente se pueden ver juntos). En la mayoría de las culturas, se trata de diosas, pero en algunos casos la Luna está representada por un dios y el Sol por una diosa.

Desde las primeras civilizaciones agrícolas, la humanidad utilizaba la luna y sus ciclos como punto de referencia para medir semanas, meses y años.

El primer calendario lunar fue el juliano, utilizado por Julio César en el año 46 antes de Cristo. Dado que un año lunar consta de 12 meses lunares, en total se contaban 354,3 días aproximadamente, por lo que estos calendarios perdían alrededor de 11 días por año en relación con el calendario gregoriano, que marca la duración de un año solar.

Poco a poco este calendario lunar primigenio fue reemplazado en 1582 por el gregoriano, llamado así por el Papa Gregorio XIII. Más tarde se convertiría en el calendario civil más utilizado.

Sin embargo, los calendarios lunares no dejaron de existir, y podemos hablar incluso del calendario lunar-solar, en el que los ciclos de la luna se armonizan con los ritmos del sol.

 

Años lunares contra años solares

Actualmente, muchas religiones siguen usando los ciclos de la luna para fijar fechas importantes. En el calendario puramente lunar, los meses se alternan entre 29 y 30 días, contando desde la luna nueva (también llamada luna oscura o lunación) hasta la siguiente luna nueva.

FESTIVIDADES RELIGIOSAS DETERMINADAS POR CALENDARIOS LUNARES O LUNARES-SOLARES

* Ramadán (calendario islámico)

* Pascua (calendario católico)

* Año nuevo (calendarios chino, japonés, coreano, vietnamita y mongol)

* Festival del medio otoño y chuseok (calendarios chino y coreano)

* Diwali (calendarios hindúes)

* Rosh Hashaná (calendario hebreo)

Hay diferentes enfoques según los calendarios lunares. Por ejemplo, en los calendarios hindúes, cada mes comienza un día después de la luna llena o la luna nueva. En cambio, los calendarios hebreo y el Hirji (islámico) del pasado partían de la primera noche de la luna creciente.

A día de hoy, los calendarios que dan orientación para la práctica de la jardinería y el mantenimiento de la salud son lunares-solares: siguen los días, meses y años según el calendario gregoriano común, mientras rastrean el movimientode la luna a través de los signos astronómicos y su ciclo lunar.

 

De la agricultura a la salud

Para nuestros antepasados agricultores era muy importante conocer bien los ciclos de la luna, ya que su duración determinaba no solo el crecimiento del nuevo grano y otros cultivos, sino también el momento idóneo de la cosecha. Con ello se lograba conservar el alimento con el mínimo de pérdidas. Tal conocimiento pasaba de generación en generación y aún hoy es relevante, aunque la luna está menos presente en nuestras vidas cotidianas debido a la revolución médica y tecnológica.

En esta nueva era nos hemos alejado cada vez más de los ciclos de la vida y la naturaleza, olvidando que, nos guste o no, nuestra existencia se rige por estos ciclos.

En las últimas cinco y seis décadas ha habido una recuperación de esta sabiduría por parte de los herederos de este conocimiento ancestral, conscientes de que la vida, el bienestar y la salud dependen de la armonía entre los diferentes elementos que influyen en los ámbitos físico, emocional y espiritual, en especial los que se conectan con la luna a través de su viaje celestial.

Los ciclos lunares y las energías

Cada vez somos más conscientes de nuestra unidad como ente material-espiritual. Los últimos calendarios lunares que se están elaborando nos ayudan a armonizar nuestra dieta, la actividad física, la jardinería e incluso las visitas médicas con los ciclos naturales relacionados con nuestro satélite.

Los cuatro cuartos de la luna están asociados con distintas disposiciones del espíritu basados en sus energías:

  • Desde la luna nueva hasta el llamado «primer trimestre»: es la luna crecientey se asocia al llamado cuarto de inspiración.
  • Desde el «primer trimestre» hasta la luna llena: luna gibosa, correspondienteal cuarto de acción creativa
  • Desde la luna llena hasta el último trimestre: luna de diseminación, es el cuarto de manifestación.
  • Desde el último trimestre hasta la luna nueva: luna balsámica, es el cuarto de transformación.

Encontramos una explicación muy completa de todo esto en el libro de Johanna Paungger y Thomas Poppe Vivir con la Luna, que ha servido como base del calendario lunar que ha sido publicado recientemente por Obelisco, originario deHungría y que cuenta con un trabajo gráfico excepcional.

EL VIAJE DE LA LUNA

La doctora en Física Sonia Fernández-Vidal cuenta en su última novela juvenilalgunas curiosidades e hipótesis poco conocidas sobre nuestro satélite:

«—De haber estado aquí hace 4.000 millones de años, presenciaríamos un choque cósmico. Los científicos creen que entre la Tierra y Marte existía otro planeta llamado Orfeo. Orfeo chocó contra nuestro planeta.

—Vaya catástrofe cósmica… —dijo Niko impresionado.

—Sí, pero al final fue un golpe de suerte. Gracias a esa colisión nació la Luna. Orfeo se incrustó en la Tierra y, como resultado, se desprendieron trozos de materia y roca que orbitaron alrededor de nuestro planeta hasta que se formó nuestro satélite: la Luna.

—Entonces empezó a lucir este firmamento —dijo Niko con el corazón latiendo muy fuerte al notar la cabeza de Quiona sobre su hombro.

—No exactamente… La Luna en ese momento estaba mucho más cerca. La verías unas quince veces más grande que la de hoy.

—Vaya, eso debía ser una pasada de bonito, y ¿qué fue lo que la alejó?

—No lo digas en pasado. Cada año la luna se aleja de nosotros 3,8 centímetros, hasta que un día se marchará del todo.

—¡¿Cómo?!  ¿la Luna nos deja?

—Sí. Con el nacimiento de nuestro satélite aparecieron las mareas. Es la fuerza dela gravedad que ejerce la luna la que mueve los océanos y mares. Y por el otro lado, es la fuerza que ejercen estas mareas la que empuja a la Luna cada vez más lejos. Hasta que un día desaparecerá de nuestro firmamento.

—Pues ese será un día triste.

—Estoy de acuerdo, pero no será desastroso sólo porque la Luna sea bonita —insistió Quiona—, sino porque sin ella lo pasaremos muy mal. Muchos desconocen la suerte que tenemos de estar acompañados por esta doncella cósmica. Sin la Luna, la vida nunca podrá ser la misma. ¿Sabes que la Tierra gira sobre sí misma?

—Claro, y alrededor del Sol también. Pero eso no es por la Luna, sino por la fuerza de la gravedad de nuestra estrella.

—Cierto y mientras en la vuelta alrededor del Sol gira sobre sí misma en un eje fijo de 23º, la Luna le da estabilidad. Si no fuese por ella giraríamos como una peonza. Habría grandes olas y la temperatura de la Tierra sería un caos. En verano tendríamos temperaturas de más de 100º y sufriríamos inviernos gélidos.

—Entonces… la Luna es como el termostato de la Tierra.

—¡Exacto! Además, los días se harían cada vez más largos, también las noches…

—Y serían noches sin Luna. ¡Qué triste! ¿Y eso sucederá pronto? Tengo que pedirte algo antes de que eso suceda…

—Tranquilo, todavía faltan millones de años —dijo ella esquivando lo que acababa de decir—. Te lo explico para que sepas que a la Luna le debemos mucho más que serenatas y poemas. De ella depende nuestra existencia.»

Sonia Fernández-Vidal, La senda de las cuatro fuerzas

Comienza a vivir con la luna

Para una alimentación que cuide cuerpo, mente y espíritu, así como para entender por qué estamos nerviosos en ciertos períodos y mucho más serenos en otros, puede ser útil estudiar y observar nuestra conexión más profunda con los ciclos lunares.

Johanna Paungger explica en su libro diferentes cualidades de la luna creciente y menguante:

LUNA CRECIENTE: es adecuada para proveer, hacer planes, asimilar, construir, hacer acopio de energía, acumular fuerzas… En general, es un momento propicio para el descanso y la recuperación.

LUNA MENGUANTE: es un buen momento para desintoxicarse, eliminar cosas innecesarias, limpiar, endurecerse … Muy indicada para la acción y el gasto de energía.

Entender el sentido simbólico de estas dos fases lunares supone un buen paso para la integración armónica de los ciclos lunares en nuestra vida diaria, aunque cada persona puede percibir e investigar por sí misma estas influencias, descubriendo sus propios ciclos naturales en armonía con la naturaleza.

Aprenderemos, incluso si no nos gusta la astrología, que hay un momento oportuno para cada cosa, desde cortarnos el pelo hasta plantar, o incluso finalizar el periodo de lactancia de nuestro bebé.

Conocer y respetar las fases lunares pueden facilitar el éxito y promover una vida saludable.

Las madres de la luna

Suena como una sociedad secreta, pero no lo es: las Moon Mothers—madres de la luna— son mujeres cuya misión vital es el despertar femenino.

Durante miles de años, la menstruación y la naturaleza cíclica de las mujeres fueron tabú en la sociedad, y todavía hoy siguen siendo tabú en una cuarta parte del mundo.

Miranda Gray, una artista gráfica británica, empezó a conectarse con su naturaleza cíclica al observar que, según la fase de su ciclo menstrual en la que se encontraba, se sentía física, emocional y espiritualmente distintinta.

A través de la observación de sus períodos, no sólo descubrió cómo se relacionaba su ciclo con la luna, sino que también encontró la manera de reconectarse con el conocimiento sagrado de las «sacerdotisas de la luna», que obedecen a diferentes arquetipos femeninos.

Miranda escribió su primer libro en 1994, La Luna Roja(Gaia, 2015), donde comparte sus observaciones.

Allí escribe: «Las mujeres somos como la Luna, cambiamos gradualmente día a día. Nunca se ve todo el ciclo, solo se puede ver una sola fase».

Como mujeres siempre hemos estado profundamente conectadas con las fases de la luna, que nos afectan en muchos niveles.

Miranda comenzó a enseñar y compartir sus prácticas de sanación en 2011. Organiza regularmente la Bendición Mundial del Útero, donde cualquiera puede unirse, cinco veces al año, en esta masiva meditación a distancia. Las Moon Mothersson discípulas y sacerdotisas del Eterno Femenino, de la Diosa, que han aprendido de Miranda cómo reconectarse con la Madre Tierra y con su Divinidad.

Miranda Gray y las Moon Mothersenseñan a redescubrir y sanar nuestras partes esenciales que, conectadas con la luna, nos permiten hacer uso de los poderes de nuestros ciclos naturales para nuestro crecimiento y bienestar. Como dice Miranda: «Cuando realizamos una tarea con las habilidades potenciadas en una determinad fase, no solo hacemos las cosas mejor y más rápido, ¡también nos sentimos mucho mejor! Nuestro ciclo menstrual es un instrumento increíble para conseguir logros. Y felicidad».

 

Luna azul, luna roja, conejo lunar

Queramos o no, la luna está presente en nuestros días y noches. Y los seres humanos tenemos muchos nombres para todos los fenómenos relacionados con la luna.

Por ejemplo, si hay dos lunas llenas en un mismo mes, la segunda luna llena se llamará «luna azul». Tras un eclipse total de luna, nuestro satélite a menudo cambia a un tono de rojo y se ve «sangrienta» porque pasa a través de la sombra de la Tierra.

Una leyenda oriental dice que hay un conejo saltando que vive en la luna. Eso explicaría las marcas que caracterizan la superficie lunar.

En China, el conejo lunar es un compañero de la diosa de la luna Chang’e, justamente quien le quitó al rey tirano el elixir de la vida eterna. Este celestial animal vive en la luna junto con un sapo y, según la sabiduría tradicional, se puede contemplar todos los años en pleno día a mediados de otoño o bien la noche del 15 de agosto.

Hay una leyenda propia de Pequín que cuenta cómo el Conejo Lunar salvó a la ciudad de la epidemia de peste, hace unos 500 años. La diosa de la luna, Chang’e envió su conejo a cada familia para administrar el elixir curativo.

En Japón, el conejo de la luna reparte mochi (un dulce japonés) o pasteles de arroz en lugar del Elixir de la Vida. Es conocido como Tsuki no Usagiy hay una historia famosa sobre él en Japón que tiene como protagonista a un anciano sagrado que vivía en nuestro satélite:

Hace muchos años, el Viejo de la Luna decidió visitar la Tierra. Se disfrazó de mendigo y le pidió al Zorro (Kitsune), al Mono (Saru) y al Conejo (Usagi) algo de comida.

El Mono trepó a un árbol y le trajo algo de fruta. El zorro fue a un arroyo, atrapó un pez y se lo dio. Pero el Conejo no tenía nada más que ofrecer que algo de hierba. Por  eso, le pidió al mendigo que prendiera fuego. Después de que el mendigo encendiera una hoguera, el Conejo saltó dentro y se ofreció a sí mismo como comida para que el mendigo comiera.

Rápidamente, el mendigo volvió a convertirse en el Viejo de la Luna y sacó al Conejo del fuego. Él dijo: «Eres muy amable, conejo, pero no hagas nada que te pueda dañar. Como eres el más bondadoso de todos, te llevaré de vuelta a la luna para que vivas conmigo».

El Viejo se llevó al Conejo en sus brazos a la luna y sigue exactamente donde lo dejó el Anciano. ¡Tan solo has de mirar la luna en el cielo nocturno y verás el Conejo!

Hay otra versión de esta leyenda, contada por algunas tribus nativas americanas del Canadá, Estados Unidos y México, en la que el conejo se ofrece a sí mismo como alimento para el dios Quetzalcoatl, y con este humilde acto, gana su admiración y se lo lleva a la luna a su regreso para que brille ante la humanidad para siempre.

 

Anna Sólyom

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