Vivir vegano

La alimentación vegana, exenta de cualquier producto de origen animal, es un camino que toman cada vez más personas motivadas por razones éticas y de salud. Numerosos estudios coinciden en que la carne y los productos lácteos se encuentran en el origen de enfermedades como la diabetes, las enfermedades autoinmunes, las cardiovasculares o el cáncer. Hoy se sabe que estas dolencias son inseparables de los métodos de cría masiva de los animales que se ingieren, y del sufrimiento que experimentan al ser sacrificados. Afortunadamente, existe una vía más pacífica: una alimentación basada en valiosos carbohidratos, así como en proteína vegetal de primera calidad…

 

Especismo y sensibilidad hacia los animales

En las últimas tres décadas el nuevo ideal de nuestra relación con los animales se ha desarrollado ampliamente, de tal forma que las ideas filosóficas sobre el «especismo», han entrado en la Universidad, dando forma a otra forma de vivir y de entender la vida. EI término «vegano», vegan o veggie es de origen anglosajón, (ver «Cómo empezó el movimiento vegano») y se utiliza para considerar las personas que rechazan vestir, ingerir o utilizar cualquier producto de origen animal, desde alimentos como la carne, huevos o lácteos hasta abrigos, cinturones o zapatos de piel o mantas y prendas de lana.

Mucho más variada de lo que podría parecer, la alimentación vegana parte de esa especial sensibilidad hacia los animales, víctimas de la crueldad de una industria productiva, y también de una superioridad abusiva en nuestra actitud con ellos.

Para comer vegano emplearemos todo tipo de vegetales: hortalizas, legumbres, cereales, frutas, semillas, algas, levaduras y setas, al margen de normas acerca de cuándo o cómo deben consumirse. El punto de partida vegano es la sensibilidad ante la explotación que sufren los animales junto a otras razones ecológicas y las nutricionales.

 

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Una de les esencias del movimiento vegano está en la escisión entre el mito de que los animales viven felizmente en una pequeña granja y la realidad de las explotaciones modernas. En ellas los animales son considerados como máquinas productivas, piezas de una industria cárnica que los altera generación tras generación para alcanzar niveles de producción máximos.

Las exigencias productivistas parecen haber provocado en muchos granjeros una falta de sensibilidad ante el sufrimiento de los animales. Los productores de carne, por ejemplo, se han visto obligados a duplicar el ganado en un mismo espacio, con frecuencia yermo y sucio.

Las organizaciones vegetarianas y –sobre todo– veganas disponen un catálogo de horrores ante el cual es difícil no tomar una determinación: desde las brochas y pinceles que se confeccionan con cerdas arrancadas del lomo de animales vivos, hasta la miel de enjambres superexplotados, con un capítulo aparte para los animales de la industria cárnica. Como afirma una de las personas que más han ayudado a la organización Peta, el beatle Paul McCartney: «Mi cuerpo no es un cementerio. Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos».

ALTERNATIVAS A PRODUCTOS DE ORIGEN ANIMAL

A menudo se esconden restos animales en alimentos y productos que tú nunca hubieras soñado que los contuvieran tales como galletas, tortas, pipas de girasol o cosméticos. Estos ingredientes se llaman «despojos» de matadero y son grasas animales. Pezuñas o restos óseos. Eliminarlos obliga al consumidor sensibilizada o estar permanentemente alerta. Hay que acostumbrarse a la lectura de etiquetas que, frecuentemente ocultan, silencian y confunden. La normativa, al menos en productos alimentarios, obliga a declarar todos los ingredientes y aditivos utilizados, así como su origen.

A simple vista, rechazar los ingredientes animales es sencillo cuando se trata de piezas de vestir como las confeccionadas con lana, seda o cuero. La sustitución de cuero por derivados del petróleo comporta unos costes ambientales que para otros ecologistas no son una buena solución por tratarse de recursos no renovables, ni, a veces, biodegradables.

  • Los residuos cárnicos son otro grave problema ambiental. Se consideran como tales los restos de animales no destinado al consumo humano y los animales sacrificados por razones sanitarias o muertos por causas naturales- los de bajo riesgo pueden ser tratados en plantas transformadoras y reaprovechables. Los materiales de alto riesgo, que representan un peligro para la salud de las personas o de los animales y deben tratarse en plantas transformadoras especiales.

De los restos de animales se obtienen proteínas destinadas a grasas para jabón, velas y cosméticos. Parte de estos residuos de mataderos, explotaciones ganaderas y puntos de venta de carne son desviadas a pienso para animales. El episodio sobre «vacas locas» fue un ejemplo de este aberrante alimento carnívoro destinado a animales herbívoros, con resultados tan nocivos para la salud.

  • Abonos. De la sangre de las reses se obtienen también piensos, además de colorantes, abonos agrícolas y determinados productos dietéticos.

Algunos cosméticos llamados «naturales» no excluyen los ingredientes animales, aunque hayan sido experimentados con animales de laboratorio. Bajo este reclamo pueden incluirse elastinas, glándulas, grasas, proteínas y aceite de animales de granja o salvajes. Cadenas comerciales de cosméticos emplean grasas de ballena hasta que se ha paralizado, con excepciones, la captura de cetáceos.

Esta pequeña guía de ingredientes (y alternativas) que se utilizan en productos de uso bastante habitual puede servir a las personas sensibles con el destino que la industria ha dado a seres vivos.

  • Aceites. En cosmética, los aceites de origen animal pueden proceder del bacalao, las tortugas (cremas «nutritivas») o los visones (cremas antiarrugas). Alternativas: aceites de almendra, nuez, germen de trigo, jojoba, aguacate, sésamo y onagra.
  • Almizcle. Aceite obtenido dolorosamente del ciervo almizclero, castores, rata almizclera, jineta y de los genitales de la nutria. Las jinetas viven cautivas en condiciones terribles, los castores caen en las trampas, los ciervos son abatidos y las jinetas reciben golpes en los genitales para que segreguen el aromático aceite que se usa en perfumería. Alternativa: aceite de jara negra u otras plantas con aroma de almizcle.
  • Colágeno. Proteína fibrosa presente en los vertebrados. Suele obtenerse de tejido animal, principalmente bovino. Se utiliza ampliamente en cosmética. Alternativas: proteína de soja, aceite de almendras, romero y ortiga.
  • Gelatina. Proteína animal que se obtiene de ganado vacuno, caballos y cerdos mediante el procedimiento de hervir en agua piel, tendones, ligamentos o huesos. Se usa como espesante de gelatinas de fruta y budines y está presente en numerosas golosinas, pastelillos, helados y en algunos casos yogures. Puede constituir un ingrediente de champús, máscaras faciales y otros cosméticos, También aparece como capa protectora de la película fotográfica, tabletas de vitaminas y en cápsulas de medicamentos. Alternativas: pectina de frutas, gomas de algarrobo y de algodón, musgo irlandés. Las algas algín, y sobre todo, agar-agar se usan en jaleas, plásticos y medicinas.
  • Lactosa. Azúcar de la leche de los mamíferos presente en preparados oculares, alimentos, pastillas y medicinas, cosméticos y productos cocinados. Alternativa: azúcares de leches vegetales.
  • Manteca. Grasa del abdomen del cerdo. Aparece a menudo en patatas fritas y un sinfín de alimentos, sobre todo precocinados. También en cremas de afeitar, jabones y cosméticos. Alternativa: grasas y aceites vegetales.
  • Placenta. Masa que envuelve el feto y que se elimina con el parto. Se utiliza ampliamente en cremas cutáneas, champús, máscaras faciales y otros cosméticos; procede del útero de animales de matadero. Alternativas: aceite de oliva, aceite de germen de trigo, aceite de coco y otros aceites vegetales, como el de karité.
  • Suero. Subproducto lácteo que se emplea en pastelería, galletas y dulces, y en algunos panes y quesos. Alternativa: en caso de ser necesario, suero de soja.
  • Otros ingredientes. Queratina, lecitina, estrógeno, progesterona, adrenalina, esteroides, ácidos grasos, insulina de origen animal y biglicéridos. Alternativa: la industria farmacéutica ha sustituido la insulina de origen animal por la biotecnológica. Entre los profesionales preparados para encontrar sustitutos a los ingredientes animales en fármacos están los homeópatas y fitoterapeutas.

Textos: Blanca Herp y Jaume Rosselló

 

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