Tiresias: El ciego que ve, el hombre que pare y el joven que vive en el más allá

Tiresias no era un dios -ni siquiera un héroe- pero jugó un papel importante en muchos de los mitos griegos por el don de la clarividencia que le había sido concedido. Existen muchas versiones sobre la historia de este mortal, hijo de Everes y de la ninfa Cariclo que nació en la ciudad de Tebas, pero en todas se le castigó con la ceguera; a cambio le fueron concedidos dones especiales y gracias a ellos aparece como mediador o visionario en muchos de los mitos: Narciso, Edipo, Antígona, Ulises… Pero ¿qué dice de nosotros un personaje coo Tiresias?

Texto: Carme García Gomila, médica y psicoanalista.

El ciego que ve

Tiresias era un mortal más, sin embargo, el destino le llevó a ser el adivino más importante de la antigua Grecia. Existen dos versiones por las que adquirió el don de la clarividencia.

En una de ellas su madre, Cariclo, y la diosa Atenea se estaban bañando desnudas en el monte Helicón y Tiresias las contempló. La diosa se enfadó (a un mortal no le estaba permitido ver desnudo a un dios) y le volvió ciego. Ante las súplicas de Cariclo, Atenea decidió compensar a Tiresias con el don de la clarividencia,, con la capacidad de interpretar el lenguaje de las aves y con un bastón que le permitiría caminar como si viera y una vida que se alargaría durante siete generaciones.

Sin embargo, existe otra versión más original sobre el origen de su ceguera y sus dotes adivinatorias, relatada por Ovidio en las Metamorfosis. Según la misma, un todavía joven Tiresias salió a pasear por los campos que rodeaban Tebas y se encontró con dos serpientes copulando. Por el motivo que fuera, aquel acto sexual le molestó y separó a bastonazos y mató a la hembra. Como castigo, algún dios decidió convertir a Tiresias en mujer. Así que vivió siete años como mujer y tuvo una hija, Manto, que heredó de su padre la capacidad de interpretar los oráculos, (de Manto procede el sufijo «mancia» para definir las artes hermenéuticas como la quiromancia, por ejemplo). Pero los hados o los caprichosos dioses del Olimpo -con su peculiar sentido del humor- volvieron a poner en el camino de la joven Tiresias a dos serpientes copulando. Tiresias volvió a separarlas con su bastón y en esta ocasión mató al macho. En el acto volvió a convertirse en hombre. Por tanto, Tiresias encarna la primera de las dualidades: vivió como hombre y como mujer, y por haber vivido de forma plena en ambos sexos poseía un conocimiento único de la sexualidad y podía ofrecer un punto de vista muy rico en determinados asuntos.

Disputa entre dioses y castigo al mensajero

Hera, la esposa de Zeus, reprobaba continuamente al dios sus infidelidades a lo que Zeus, para justificarse, respondía que los hombres gozan menos que las mujeres y por esto necesitan más relaciones sexuales. Hera propuso consultar a Tiresias sobre si esto era cierto o no, llamaron al joven y le plantearon la pregunta de ¿quién goza más del coito, el hombre o la mujer? A lo que Tiresias respondió: «De las diez partes en que se puede dividir el placer, nueve corresponden a la mujer y una sola al hombre». Hera, enfurecida por haber perdido la apuesta frente a Zeus, maldijo a Tiresias y lo dejó ciego. Zeus, en contrapartida, le otorgó el don de la clarividencia, la capacidad de interpretar señales como el lenguaje de los pájaros y la predicción del futuro incluso más allá de la muerte.

El hombre de las dualidades

En realidad, Tiresias -que significa «el que se deleita con los signos»- no era en sentido estricto un adivino, sino que, cegados sus ojos, podía ver el fondo de las cosas, es decir veía con claridad, o podía pensar con claridad sobre lo que ya sabía (significado de clarividente). Usaba pues cualquier señal para saber. Redactando este artículo, recuerdo con cariño a una vecina anciana muy aficionada a consultar sobre su futuro. Desde su inocencia decía que la «evidente» le había dicho tal o cual cosa. Pienso que este lapsuscontenía mucha sabiduría, puesto que lo que solía decirle la «vidente» era bastante evidente. Así pues, Tiresias pensaba y relacionaba lo que sabía sobre una determinada situación y encontraba la razón de las cosas. A veces parecía más un detective que un adivino.

El significado esencial de la figura de Tiresias reside, por sus dualidades, en su papel de mediador: gracias a sus dotes proféticas, mediaba entre los dioses y los hombres; por su bisexualidad, lo hacía entre hombres y mujeres; y por la excepcional duración de su vida, entre los vivos y los muertos.

¿Podemos ser clarividentes?

La respuesta debería ser sí. Podemos. Basta con no cegarnos en la mera superficie de las cosas que observamos y estar atentos a lo que sabemos. Pensar y relacionar. Por querer ver y saber, Tiresias es castigado como hemos visto en otros mitos de diferentes tradiciones (Adán y Eva, por ejemplo) pero este castigo viene reparado por la capacidad de pensar en lo que sí sabe, más que en la carencia de lo que no ve.

Representa además la posibilidad de vivir la bisexualidad del ser humano, el no tener que soportar la renuncia a no ser hombre y mujer a la vez. Esto inquieta incluso a los dioses del Olimpo. Pero ¿acaso empatizar con el otro no permite conocer a este otro? Esta aventura bisexual de Tiresias podría representar también la condición empática de ponerse en la piel del otro para comprender a los demás y también aquello que está sucediendo. Usar la empatía como herramienta indispensable para pensar y llegar a un conocimiento más certero.

Otros mensajes

Tiresias conservó las dotes adivinatorias aún después de muerto, y podía ser consultado en el más allá. Ulises accedió al reino de los muertos para buscar su ayuda. En otra obra clásica, la Necyomantia de Luciano, se le pregunta a Tiresias cuando está ya en el Hades sobre cuál es la mejor manera de vivir, a lo que el sabio responde después de su larga vida: «la mejor manera de vivir es vivir la vida de un individuo corriente, olvidarse de los filósofos y de su metafísica». Consejo que equivaldría quizá al estar en el aquí y ahora con plena consciencia, como recomiendan tantos maestros espirituales y la moderna neurociencia. Mantengamos abiertos los ojos interiores por si acaso.

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