Sexy yoga

Asian Women doing childs pose (Balasana) in yoga class in a fitness studio to relax and strengthen the shoulder.

Cuando Mindfulness y Tantra se encuentran en la esterilla

Además de una excelente práctica para tonificar el cuerpo y mejorar la flexibilidad, el yoga es mucho más más, como los lectores sabéis bien desde el número 1 de la revista. Desde sus orígenes, ha estado profundamente vinculado a la espiritualidad y a la conexión cuerpo-mente. Dentro de estas tradiciones milenarias, presentamos una reciente propuesta contemporánea que integra principios del mindfulness y del tantra para mejorar nuestra experiencia íntima.

La plenitud consciente en la intimidad

Cuando practicamos yoga, aprendemos a estar presentes en cada postura, a sentir cada músculo, a percibir cada respiración. El mindfulness aplicado a la sexualidad nos invita a trasladar esta misma consciencia plena al ámbito íntimo.

¿Cuántas veces estamos realmente presentes durante el acto sexual? A menudo, nuestra mente divaga entre preocupaciones, autojuicios o expectativas, alejándonos de las sensaciones del aquí y ahora. El «sexy yoga» propone recuperar la conexión con nuestro cuerpo y nuestros sentidos durante la intimidad.

«En el caso de la sexualidad, donde nuestro cuerpo experimenta multitud de sensaciones, si prestamos atención a los diferentes elementos físicos podemos liberarnos de bloqueos, miedos y complejos», explica Marta Rossi, instructora de yoga tántrico. «No solo para disfrutar de una sexualidad plena, sino para alcanzar estados elevados de consciencia gracias a nuestra práctica».

Raíces en el tantrismo

El sexy yoga bebe directamente de la tradición tántrica, una filosofía milenaria que considera la energía sexual como una fuerza vital sagrada que puede canalizarse hacia la iluminación espiritual. A diferencia de otras tradiciones que proponen la represión de los instintos, el tantra invita a su sublimación consciente.

«El tantra nos enseña que la sexualidad puede ser una puerta hacia lo trascendente», explica Ricardo Montero, terapeuta especializado en sexualidad consciente. «No se trata solo de obtener placer, sino de transformar ese placer en una experiencia de conexión profunda con uno mismo y con el otro».

Despertar los sentidos

Una parte fundamental del sexy yoga consiste en despertar y agudizar los cinco sentidos, algo que también es esencial en el mindfulness. Percibir los olores, las texturas, los sabores, los sonidos y las imágenes con plena atención nos permite enriquecer enormemente nuestra experiencia sensorial.

Para practicar esta agudización sensorial, puedes comenzar con ejercicios cotidianos:

  • Para el olfato: Percibe los aromas que te rodean e intenta identificarlos. Observa si son frescos, dulces, intensos…
  • Para el tacto: Concéntrate en las texturas que sientes en tu piel. La ropa, el aire, las superficies que tocas.
  • Para la vista: Observa los detalles, los colores, las formas, como si los vieras por primera vez.
  • Para el oído: Identifica los sonidos cercanos y lejanos, sus matices y ritmos.
  • Para el gusto: Saborea lentamente los alimentos, percibiendo sus texturas y sabores.

Esta práctica consciente, trasladada al ámbito íntimo, multiplica el placer y la conexión.

Posturas de yoga para equilibrar la energía sexual

La práctica del sexy yoga comienza con posiciones específicas diseñadas para equilibrar nuestra energía sexual y facilitar su circulación por todo el cuerpo. De entre las asanas fundamentales, hemos elegido estas cinco:

1. Postura de la montaña (Tadasana): De pie, con los pies juntos, dedos abiertos y tobillos en contacto. Contrae suavemente los muslos y bascula la pelvis. Eleva el esternón y rota los hombros hacia atrás. Esta postura proporciona estabilidad y conexión con la tierra.

2. Postura de la diosa (Utkata Konasana): Con los pies separados, gira los talones hacia fuera y dobla las rodillas, bajando las caderas. Mantén la espalda recta y los brazos elevados. Esta asana activa los chakras inferiores relacionados con la energía sexual.

3. Postura del puente (Setu Bandhasana): Acostado boca arriba, dobla las rodillas y coloca los pies cerca de los glúteos. Eleva la pelvis, manteniendo los hombros en el suelo. Esta postura abre el pecho y estimula la circulación en la zona pélvica.

4. Postura del loto (Padmasana): Sentado con las piernas cruzadas, cada pie sobre el muslo contrario. Mantén la espalda recta y realiza el mudra del loto (meñiques y pulgares en contacto). Esta posición es ideal para la meditación y la canalización de la energía sexual.

5. Postura del niño (Balasana): De rodillas, siéntate sobre los talones y extiende el torso hacia adelante, con los brazos estirados o a los lados del cuerpo. Esta asana permite la relajación completa y la asimilación de la energía movilizada.

La presencia como herramienta de transformación

El secreto del sexy yoga no está en la complejidad de las posturas, sino en la calidad de atención que ponemos en cada movimiento, en cada respiración. Al trasladar esta atención plena a nuestra vida íntima, transformamos el acto sexual en una práctica meditativa que trasciende lo meramente físico.

«La sexualidad es mucho más que sexo», recuerda Montero. «El sexo se limita al acto mecánico; la sexualidad abarca las energías, es una dimensión de nuestra naturaleza que podemos experimentar en solitario o compartir con otra persona».

Ya sea practicado individualmente o en pareja, el sexy yoga nos invita a recuperar la dimensión sagrada de la sexualidad, a vivirla con presencia plena y a transformarla en un camino de autoconocimiento y conexión profunda.

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