Qué comer (y qué no) para prevenir un ictus

Derrame cerebral, embolia, trombosis, apoplejía…

Ictus es el actual nombre científico de lo que popularmente es conocido con diferentes nombres, como recordamos al principio. Cuando la sangre no llega de la manera adecuada, la función de la parte del cerebro que ha quedado afectada se puede alterar de forma transitoria o permanente. ¿Podemos hacer algo para evitarlo?

Textos: Dr. Michael Greger

Los ictus o apoplejías son una de las principales causas de muerte y discapacidad en el mundo. Son la causa más común de convulsiones en personas mayores, la segunda causa más común de demencia y una causa frecuente de depresión mayor. Cada ictus es diferente y las personas que lo padecen también están afectadas de formas diferentes. Ahora bien, los ictus son un trastorno cerebral problemático, pero también evitable.

¿Qué causa un ictus?

Los ictus pueden matar de forma instantánea y sin avisar. La mayoría pueden considerarse un infarto cerebral, igual que un infarto cardiaco, pero las placas de nuestras arterias le cortan el flujo sanguíneo a partes del cerebro en lugar de a partes del corazón.

Casi un 90% de los ictus son isquémicas, del latín ischaemia, que significa “parar la sangre”. Deja de haber flujo sanguíneo a una parte del cerebro, lo cual la deja sin oxígeno y puede matar esa parte del cerebro alimentada por la arteria que está taponada.

Una minoría de los ictus son hemorrágicos, es decir, causadas por un sangrado en el cerebro debido a la ruptura de un vaso sanguíneo. Quienes experimentan un ictus corto podrían simplemente notar debilidad en los brazos o las piernas, mientras que un ictus grave puede provocar parálisis, hacerte perder la capacidad de hablar o incluso ser letal.

El coágulo podría durar solo un momento, de forma que ni te darías cuenta, pero sí le daría tiempo de matar a una pequeña parte de tu cerebro. Estas “apoplejías silenciosas” pueden multiplicarse y reducir poco a poco la función cognitiva hasta desarrollar demencia.

Cómo prevenir un ictus

Según el mayor estudio hasta la fecha sobre los factores de riesgo de enfermedades humanas (carga de comorbilidad), más de un 90% de la carga de ictus se podría atribuir a factores de riesgo modificables. Por ejemplo, sobre un 10% de todos los años de vida sana que se pierden por ictus podría deberse a la contaminación del aire ambiental.

Mudarte de una ciudad a un área rural con un aire más limpio es una buena manera de modificar ese factor de riesgo, pero sería más fácil dejar de fumar, ya que esta actividad supone un 18% de las muertes y casos de discapacidad por ictus. Como explico en mi video (“Cómo comer para prevenir las apoplejías”) las dietas altas en sal son tan malas como el fumar para la carga de apoplejías, pero no tan malas como el no comer suficientes frutas y verduras.

Otros factores, como un estilo de vida sedentario, también influyen, pero no tanto como el no comer suficientes cereales integrales, por ejemplo.

Igual que con las enfermedades cardiacas, una dieta vegetal puede reducir el riesgo de apoplejías al reducir el colesterol y la tensión, y además mejora el flujo sanguíneo y la capacidad antioxidante.

En estudios sobre patrones dietéticos vegetales se descubre que tienen efectos protectores contra los ictus, mientras que la dieta occidental, con más alimentos animales, azúcares añadidos y grasas tiene un efecto perjudicial.

¿Qué alimentos evitan los ictus?

El consumo de frutas y verduras está asociado con un menor riesgo de unas doce enfermedades, incluido el ictus. Se considera que existe una relación lineal entre la dosis y la respuesta, es decir, una relación directa entre comer más frutas y verduras y tener menos riesgo de ictus.

Los investigadores han sugerido que el riesgo de ictus disminuye un 32% por cada aumento de 200 gramos en el consumo de frutas, lo cual equivale más o menos a una manzana al día, y disminuye un 11% por la misma cantidad pero de verduras.

Los alimentos más potentes son los cítricos, las manzanas, las peras y las hojas verdes; en esto también se incluye las hojas que puedes beber, es decir, el té verde. Beber tres tazas de té verde al día está asociado con una disminuir de un 18% en el riesgo de ictus.

Se puso a prueba el ajo en comparación con la pastilla de azúcar de placebo y superó al placebo para prevenir la progresión del CIMT, el engrosamiento de las paredes arteriales principales que suben por el cuello al cerebro y que se utiliza como indicador del riesgo de ictus. En el grupo del placebo, continuaron empeorando, pero no en el grupo que había estado consumiendo un cuarto de cucharadita de ajo en polvo al día, que cuesta un centavo.

¿Qué hay de los frutos secos? Hoy se sabe que con 30 gramos de frutos secos al día (mi recomendación en la Docena Diaria*) se podía disminuir el riesgo de ictus casi a la mitad. Cuando se volvió a publicar (al arreglar algunas irregularidades en sus procesos de aleatorización), ese análisis obtuvo los mismos resultados, con la misma disminución de un 46% en el riesgo de ictus para el grupo de los frutos secos añadidos. Disminuyó el riesgo de ictus en diez años de un 6% a un 3%.

Fibra. Una ingesta alta de fibra también podría ayudar a evitar los ictus. La fibra se concentra de forma natural en una sola fuente: los alimentos vegetales integrales. Los alimentos procesados tienen menos, y los alimentos de origen animal no tienen nada de fibra. Aumentar la ingesta de fibra tan solo 7 gramos al día ya podría asociarse a una reducción de un 7% en el riesgo de ictus.

¿Con la edad? Aunque los ictus suelen verse como una enfermedad de las personas mayores, podrías empezar a acumular factores de riesgo desde la infancia. Se hizo un seguimiento de cientos de niños durante 24 años, desde la enseñanza secundaria hasta la edad adulta, y una ingesta baja de fibra desde joven se asocia con un endurecimiento de las arterias hacia el cerebro, lo cual supone un factor de riesgo clave.

Qué no comer para prevenir los ictus

Los peores. Para el riesgo de ictus, los peores alimentos son las carnes y los refrescos. Desayunar dos salchichas, comer una hamburguesa y cenar cerdo junto con una botella de medio litro de refresco podría aumentar el riesgo de ictus en un 60%. Las revisiones sugieren que el efecto de la carne podría ser la grasa saturada, el colesterol, la grasa oxidada por el hierro, la sal o el OTMA. Carnitina y colina. La carnitina de la carne y la colina de los lácteos, el pescado y marisco y especialmente los huevos se convierte, debido a nuestras bacterias intestinales, en trimetilamina, que se oxida en nuestro hígado para formar OTMA (ver recuadro), y podría contribuir a los ataques cardiacos, apoplejías y la muerte.

Un estudio del 2019 publicado en el Journal of the American Medical Association hizo un seguimiento de decenas de miles de estadounidenses por un promedio de 17 años hasta un máximo de 31 años y descubrió que “un mayor consumo de colesterol dietético y huevos estaba significativamente asociado a un riesgo más alto de accidentes cerebrovasculares y mortalidad por todas las causas, con una respuesta proporcional a la dosis”.

Quienes comieron más huevos o consumieron más colesterol en general parecían vivir vidas bastante más cortas, de media, y, cuantos más huevos comieran, peor era, incluido también el riesgo de ictus.

¿Y los lácteos? El resumen es que la grasa láctea podría ser mejor que otras grasas animales, como las de la carne, pero un alimento como los cereales integrales sería mucho mejor. No te harías ningún favor si solo cambias los lácteos por cereales refinados o azúcares añadidos. Para el riesgo de ictus, la grasa vegetal es mejor que la láctea, la de la carne es la peor, los cereales integrales son mejores, y la grasa de pescado, los azúcares añadidos y los cereales refinados están bastante igualados.

Tema de reflexión

Lo bueno es que el riesgo de ictus se reduce sustancialmente con un estilo de vida activo, dejar de fumar y con una dieta saludable. Solo debemos educar y convencer al público de los beneficios de una dieta y un estilo de vida sanos.

OTMA y trimetilamina

¿Deberíamos preocuparnos por los vegetales ricos en colina como el brócoli, que producen el mismo tóxico (OTMA) que se produce al consumir alimentos de origen animal que son ricos en colina, como los huevos?

Nuestra flora intestinal puede convertir los alimentos ricos en colina y carnitina (carne, huevos y productos lácteos) en trimetilamina, que más tarde nuestro hígado convierte en OTMA, un compuesto tóxico que puede aumentar el riesgo de insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal, ateroesclerosis o ataques cardíacos e ictus.

¿Cómo reducir los niveles de OTMA? Bueno, si nuestras bacterias intestinales pueden convertir la carne, los lácteos y los huevos en OTMA, todo lo que tenemos que hacer es… ¡destruir nuestra flora intestinal! Se podrían administrar antibióticos para eliminar la producción de OTMA. Pero eso también podría matar nuestras bacterias buenas y “facilitar la aparición de cepas bacterianas resistentes a los antibióticos”.

¿Y los suplementos probióticos? Quizá si agregamos bacterias buenas, esto desplazaría a las que usan la carne, el huevo y los compuestos lácteos para crear TMA que nuestro hígado a su vez transformaría en OTMA, pero no funciona. Agregar bacterias buenas no parece deshacerse de las malas.

Como las vacas. ¿Qué pasaría si agregamos bacterias nuevas que de alguna manera pudieran desviar la TMA producida por las bacterias malas? Hay una bacteria dentro de los intestinos de las vacas y ovejas que convierte la trimetilamina en metano. ¿Podríamos usar esa bacteria para eliminar parte de la trimetilamina de nuestro intestino, como un trasplante fecal de vaca? Hay un problema, y es que, si se hiciera, tendría que administrarse continuamente.

La solución farmacéutica. Si ni los antibióticos ni los probióticos van a funcionar para evitar que las bacterias intestinales usen la carne, los lácteos y los huevos y los conviertan en trimetilamina, con la que nuestro hígado produce OTMA, supongo que no tenemos más remedio que reducir… ¡la función hepática!

Esa fue la respuesta del millón al colesterol. Los mismos alimentos (carne, lácteos y huevos) aumentan también el colesterol, pero los cambios en la dieta no resultan muy rentables. Así que la industria farmacéutica desarrolló las estatinas, que paralizan la enzima del hígado que produce colesterol…

*Encontraréis los doce alimentos recomendados por el Dr. Greger en su libro Comer para no morir, y también en su web: www.nutritionfacts.org (en inglés y, parcialmente, también en español).

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