Mnemósine, la madre de la creatividad

Mnemósine era una de los doce Titanes, los hijos de Gea, la tierra y Urano, el cielo, los primeros dioses del Olimpo. Por tanto, a pesar de ser una diosa discreta ostentaba funciones básicas e imprescindibles: representaba la memorización necesaria para la preservación de la historia y de la mitología durante la tradición oral antes de la aparición de la escritura. Ostentaba la memoria y el recuerdo, y fue también la inventora del lenguaje y las palabras. Se dan tan por sentadas sus funciones que a menudo no nos damos cuenta de su importancia. No sucedía así en la antigua Grecia donde era venerada por poetas y filósofos.

Texto; Carme García Gomila, médica y psicoanalista.

Una corta historia de amor para engendrar un regalo para los hombres

Como sea que los viejos dioses estaban preocupados por la falta de creatividad de los humanos, encargaron a Zeus que engendrara divinidades que les ayudaran a desarrollar sus habilidades. Para esta labor, Zeus se disfrazó de pastor y yació nueve noches con su tía Mnemósine y de estas uniones nacieron las nueve musas.

Para los poetas griegos como Homero o Empédocles, Mnemósine no representaba exclusivamente una memoria fiel del pasado, sino que era también quien revelaba, a través de sus nueve hijas, las verdades escondidas y una visión profunda e interior de este, que permitía revivir las relaciones auténticas y proporcionaba verdadera sabiduría. Hesíodo dice que son las Musas, nacidas de la Memoria, quienes hacen que el alma recuerde su olvidada condición superior. Es por esto que en la antigua Grecia se consideraba que el conocimiento del pasado pertenecía a los poetas por tener acceso a esa facultad especial del contacto con la autenticidad a través de su relación con las Musas.

Se considera además Mnemósine como la conocedora de lo que fue, lo que es y lo que será. Parece una paradoja, pero no lo es, pues se refiere a que el no olvido de lo que sucedió y el contacto con lo que es, nos puede proporcionar la clave de lo que será. Esta diosa bien podría haber inspirado la frase, a tantos autores atribuida, que sostiene que «los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla».

Si analizamos el mito por sus partes, resulta curioso que los poderosos dioses primigenios se preocuparan por la creatividad de los mortales. Bien podría simbolizar la necesidad de la psique de obtener herramientas artísticas y de lenguaje que puedan, por un lado, sostener el conocimiento sobre los propios orígenes, como poner orden en el caos de los sentimientos primitivos. Pero sea como sea, puestos a darnos un regalo este mito nos habla de la opción por el amor para engendrar a las que deberían inspirar la creatividad, pues solo el amor construye.

Como es habitual, Zeus no siempre pudo presentarse tal y como era (ya hablamos de su miedo a ser rechazado), pero esta vez se disfrazó de pastor para enamorar a su tía Mnemósine. Un pastor es alguien que cuida seres vivos, que se halla en contacto con la naturaleza. Recordemos que Zeus fue amamantado por la cabra Amaltea, y en este papel de cuidador de rebaños, puede verse a sí mismo identificado con una figura cuidadora que favorece el crecimiento y la vida.

La elección que hace de Mnemósine para cumplir con el encargo de Urano y Gea no es banal. Sin la memoria de lo que ha sido, sin la experiencia de los que nos precedieron y sin el lenguaje para compartirlo no existe la posibilidad de crear. La memoria poliniza el conocimiento para dar lugar a nuevo conocimiento, sea artístico, técnico o vital. Así pues, la fuerza engendrante de Zeus, en este caso no violenta sino amorosa, identificado con las figuras cuidadoras y el conocimiento de Mnemósine eran necesarios para la concepción de las Musas, esas figuras que conectan a los hombres con los misterios y las verdades y les dan herramientas para transmitirlas a los demás.

 

¿Qué nos cuenta de nosotros este mito?

Desde el punto de vista psicológico, nos habla de la importancia de la memoria para poder crear cosas nuevas, para aprender del pasado y no repetirlo. La memoria por sí sola no es suficiente para el cambio, falta el impulso del amor para poder crear algo nuevo, para no repetir, para conectar con la inspiración que nos permite cuestionarnos nuestro ego e intentar mejorar.

Es cierto que tenemos asociada la creatividad a las artes y a las ciencias, pero es creatividad también el no repetir los errores de nuestro carácter. Encontrar nuevas salidas a los conflictos de siempre, conocer nuestras debilidades y cuestionar nuestra manera de ser en pos de fuentes de autenticidad que no dañen a los demás, ni a nosotros mismos.

El carácter es una máquina de repetir. En psicoanálisis se habla de la compulsión a la repetición para definir los patrones de relación con los otros o con nosotros que tan a menudo nos dañan. Esta compulsión a la repetición está en parte basada en el olvido o la represión de la propia experiencia, el olvido inconsciente pero voluntario de aquello que no nos gusta o nos inquieta y que nos lleva a repetir un patrón por no tener en cuenta aquello que sabemos o sentimos.

No podemos cambiar el carácter, pero con ayuda y analizando con valentía nuestra historia, podemos ser conscientes de lo que tendemos a repetir que nos perjudica y con amor, dar a luz a inspiradoras musas que nos ayuden a canalizar de nuevas maneras nuestros impulsos más agresivos y permitan dejar aflorar también el amor en forma de creatividad. El problema de la represión que se sirve del olvido es que intenta ocultar aspectos intolerables para el psiquismo y, por tanto, inmoviliza también los aspectos creativos. Como la anestesia, que nos evita el dolor, pero también nos impide sentir el placer…

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