Microdosis psicodélicas: la revolución silenciosa

Two dried psilocybin mushrooms on a rainbow-coloured background.

Una nueva aproximación a la consciencia que promete transformar nuestra relación con la salud mental

En los últimos años, mientras los titulares se centraban en los espectaculares avances de la terapia psicodélica con dosis completas para tratar depresión resistente, trastorno de estrés postraumático o adicciones, otra revolución más discreta ha ido ganando adeptos: la práctica de las microdosis.

Esta tendencia, que consiste en consumir cantidades mínimas de sustancias psicodélicas —tan pequeñas que no producen efectos perceptibles— ha pasado de ser un secreto entre programadores de Silicon Valley a convertirse en objeto de rigurosa investigación científica.

Textos: Redacción de Integral y Laura Torres.
Agradecimientos: Claudia Amor.

¿QUÉ SON LAS MICRODOSIS?

Una microdosis típicamente representa entre el 5% y el 10% de una dosis psicoactiva completa. En términos prácticos, esto significa aproximadamente 0,1-0,3 gramos de hongos psilocíbicos secos, 10-20 microgramos de LSD o cantidades equivalentes de otras sustancias psicodélicas. La clave está precisamente en que estas dosis no provocan alucinaciones ni distorsiones sensoriales evidentes, pero según sus defensores, producen efectos sutiles y acumulativos que mejoran diversos aspectos del funcionamiento humano.

«La microdosis es como escuchar música de fondo mientras trabajas, en lugar de asistir a un concierto a todo volumen», explica el neuropsicólogo Andy Mitchell en su reciente libro 10 viajes: La nueva realidad de las drogas psicodélicas (Deusto, 2024). «No domina tu experiencia, pero sutilmente la enriquece y transforma».

ORIGEN DE UNA TENDENCIA

Aunque los pueblos indígenas han utilizado dosis bajas de plantas psicoactivas durante milenios, el término «microdosis» y su popularización moderna se atribuyen principalmente al investigador estadounidense James Fadiman. En su libro The Psychedelic Explorer’s Guide (2011), Fadiman propuso un protocolo específico: tomar una microdosis cada tres días durante un período de aproximadamente un mes.

Sin embargo, fue la cultura tecnológica de Silicon Valley la que catapultó esta práctica a la fama. Programadores, diseñadores y emprendedores comenzaron a experimentar con microdosis como herramienta para potenciar la creatividad, la resolución de problemas y la productividad. Para 2018, las historias sobre ejecutivos tecnológicos tomando LSD o psilocibina en cantidades minúsculas habían inundado los medios, presentando la práctica como un «truco de biohacking» para obtener ventaja competitiva.

LOS EFECTOS

Los testimonios sobre los efectos de las microdosis abundan y presentan sorprendentes coincidencias. Entre los beneficios más comúnmente reportados por los usuarios se encuentran:

  • Mayor claridad mental y concentración: Muchos describen una sensación de «niebla mental» que se disipa.
  • Aumento de la creatividad: Facilidad para establecer conexiones no evidentes entre ideas.
  • Mejora del estado de ánimo: Reducción de síntomas de ansiedad y depresión.
  • Mayor presencia: Sensación intensificada del «aquí y ahora», similar a la obtenida mediante prácticas de mindfulness.
  • Mejor empatía y conexión social: Mayor apertura y sensibilidad en las interacciones humanas.
  • Cambios en la percepción sensorial: Colores ligeramente más vívidos, mayor apreciación de la música o la comida.

«Lo más fascinante de las microdosis es que parecen amplificar sutilmente lo que ya está presente», comenta Mitchell tras sus propias experiencias documentadas en 10 viajes. «No añaden elementos extraños a tu consciencia; simplemente refinan y potencian tus capacidades naturales».

LO QUE DICE LA CIENCIA

Durante años, la evidencia sobre las microdosis fue principalmente anecdótica. Pero la situación está cambiando. Instituciones como el Imperial College de Londres, la Universidad de Maastricht y la Universidad de Toronto han comenzado a conducir estudios sistemáticos sobre el fenómeno.

Los resultados preliminares muestran un panorama complejo:

– Un estudio publicado en JAMA Psychiatry en 2022 mostró mejoras modestas pero significativas en medidas de ansiedad y depresión en participantes que tomaron microdosis de psilocibina.

– Investigadores de la Universidad de Chicago encontraron que las microdosis de LSD pueden aumentar la plasticidad neuronal, lo que podría explicar los efectos en creatividad y aprendizaje.

– Un análisis de la Universidad de Leiden demostró que las microdosis de psilocibina mejoran la fluidez convergente y divergente, aspectos clave del pensamiento creativo.

Sin embargo, otros estudios sugieren que el efecto placebo podría ser considerable. Una investigación de 2021 publicada en eLife encontró que los efectos reportados por personas que tomaban microdosis eran indistinguibles de aquellos que recibían un placebo, siempre y cuando ambos grupos creyeran estar tomando la sustancia activa.

«El debate sobre el efecto placebo es fundamental», señala Mitchell en su libro. «Pero la pregunta interesante no es si las microdosis ‘funcionan’ más allá del placebo, sino qué nos dice esta práctica sobre la sugestibilidad del cerebro humano y nuestra relación con las sustancias que alteran la consciencia».

EN EL CEREBRO. Mecanismos neurobiológicos

A nivel cerebral, ¿qué ocurre exactamente con una microdosis? Los psicodélicos clásicos, como el LSD y la psilocibina, actúan principalmente como agonistas de los receptores de serotonina 5-HT2A. En dosis completas, esta activación produce una cascada de efectos:

  • Reducción de la actividad en la red neuronal por defecto (DMN), asociada con el pensamiento autorreferencial.
  • Aumento de la conectividad entre regiones cerebrales que normalmente no se comunican.
  • Incremento en la plasticidad neuronal mediante mecanismos que involucran factores neurotróficos como el BDNF.

Las microdosis parecen producir versiones atenuadas de estos efectos. Estudios con neuroimagen funcional han mostrado que incluso dosis muy bajas de psicodélicos pueden modular sutilmente la actividad de la DMN y aumentar la conectividad funcional entre regiones cerebrales distantes.

«Lo que resulta fascinante es que estas dosis sub-perceptivas podrían estar induciendo cambios neuroplásticos sin los intensos efectos subjetivos», explica Robin Carhart-Harris, pionero de la investigación psicodélica moderna. «Esto abre la posibilidad de aprovechar algunas de las propiedades terapéuticas de estas sustancias sin necesidad de una experiencia psicodélica completa».

EN LA PRÁCTICA. PROTOCOLOS

Quienes practican las microdosis suelen seguir varios protocolos establecidos:

– Protocolo Fadiman: Una microdosis cada tres días (día 1: dosis, día 2: efectos residuales, día 3: descanso).

– Protocolo Stamets: Desarrollado por el micólogo Paul Stamets, consiste en tomar microdosis durante cuatro días consecutivos, seguidos de tres días de descanso.

– Protocolo intuitivo: Ajuste de dosis y frecuencia según las necesidades personales y respuesta individual.

Los practicantes serios mantienen generalmente un diario detallado para registrar efectos, cambios de humor y otros parámetros. Este registro permite ajustar las dosis y evaluar si la práctica está cumpliendo con los objetivos deseados.

¿Y LOS RIESGOS?

A pesar del entusiasmo generalizado, los expertos advierten sobre varios riesgos potenciales:

  • Condiciones cardíacas: Incluso las microdosis de psicodélicos pueden afectar a receptores cardíacos. Personas con condiciones preexistentes deberían extremar precauciones.
  • Trastornos psicóticos o bipolares: Los psicodélicos, incluso en dosis bajas, podrían desencadenar episodios en personas predispuestas.
  • Interacciones medicamentosas: Particularmente con inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y otros antidepresivos.
  • Consideraciones legales: En la mayoría de países, estas sustancias siguen siendo ilegales independientemente de la dosis.

El neuropsicólogo Mitchell advierte en su libro: «El error más común es pensar que porque algo es una ‘micro’ dosis, los riesgos también son microscópicos. La relación dosis-respuesta puede ser no lineal, y personas particularmente sensibles pueden tener reacciones significativas incluso con cantidades mínimas».

UN FENÓMENO CULTURAL EN EXPANSIÓN

Lo más apasionante de las microdosis seguramente sea lo que revelan sobre nuestra cultura contemporánea. «Estamos presenciando la convergencia de varias tendencias», reflexiona Mitchell en 10 viajes. «El interés en la optimización personal, la búsqueda de soluciones no convencionales para problemas de salud mental, la fatiga con la medicina farmacológica tradicional, y una curiosidad renovada por estados alterados de consciencia».

La microdosis representa un acercamiento particular a estas sustancias: no busca la experiencia transformadora intensa de la terapia psicodélica clásica, ni tampoco el escapismo recreativo. En cambio, pretende integrar sutilmente las propiedades de estas sustancias en la vida cotidiana.

Esta tendencia refleja también un cambio en la percepción pública. Como señala Mitchell: «Los psicodélicos han pasado de ser considerados sustancias contraculturales utilizadas en festivales de música a ocupar un lugar relevante del paisaje cultural general. Hoy están asociados a investigadores científicos, terapeutas e inversores. Lo que durante décadas fue algo marginal ha vuelto a convertirse en un asunto de interés».

 

EL FUTURO DE LAS MICRODOSIS

¿Hacia dónde se dirige esta tendencia? Los expertos anticipan varios desarrollos en los próximos años:

Estudios clínicos. Investigaciones con mejor diseño, mayor tamaño muestral y controles adecuados para el efecto placebo.

Productos estandarizados. A medida que avanza la legalización, aparecerán productos de microdosis con dosificación precisa y composición verificada.

Aplicaciones terapéuticas más específicas. Por ejemplo, como complemento en terapias para depresión resistente o en rehabilitación de adicciones.

Integración con otras prácticas. Combinación de microdosis con meditación, terapia cognitivo-conductual u otras intervenciones.

«La frontera más emocionante», sugiere Mitchell, «podría ser la personalización. Imagina protocolos de microdosis adaptados al perfil genético, historial médico y objetivos específicos de cada individuo».

«10 VIAJES»: UNA EXPLORACIÓN PERSONAL Y CIENTÍFICA

Para quienes deseen profundizar en este fascinante mundo, el recién publicado libro de Andy Mitchell ofrece una ventana privilegiada. 10 viajes: La nueva realidad de las drogas psicodélicas (Deusto, 2024) combina rigor científico con experiencia personal en una exploración única del renacimiento psicodélico actual.

Como neuropsicólogo clínico que ha tratado a personas con lesiones cerebrales, afecciones neurológicas y, anteriormente, enfermedades mentales y adicciones, Mitchell aporta una perspectiva única. Su formación científica se complementa con su experiencia directa: el libro documenta diez experiencias con diferentes sustancias psicodélicas, incluidas sesiones con microdosis.

«Hace ochenta años, el químico Albert Hofmann descubrió por casualidad el LSD y, tras probarlo, emprendió un corto y legendario regreso a casa en bicicleta bajo los efectos de la droga», escribe Mitchell. «Su viaje dio pie a la explosión de la psicodelia en los años sesenta, que rápidamente se convirtió en un acto contracultural. El nuevo siglo ha traído un renacimiento del interés por las drogas psicodélicas y hoy son los científicos, los terapeutas y los fondos de inversión quienes lideran la conversación».

A través de sus propias experiencias, Mitchell pone a prueba las principales narrativas sobre estas sustancias, desde su uso en tratamientos médicos hasta su papel en experiencias místicas o su relación con prácticas contemplativas como la meditación.

Un aspecto muy valioso del libro es su honestidad: Mitchell no escatima en describir tanto las experiencias positivas como las difíciles, ofreciendo una visión equilibrada que contrasta con el entusiasmo acrítico de muchos defensores o el rechazo automático de los escépticos.

LOS VELOS DE ISIS: MÁS ALLÁ DE LA MODA

Las microdosis han trascendido el estatus de moda pasajera para convertirse en un objeto legítimo de investigación científica y práctica personal. Representan un punto intermedio fascinante entre la psicodelia transformadora de las dosis completas y la sobriedad convencional —un tercer espacio que desafía nuestras nociones binarias sobre estados de consciencia y potencial humano.

«Tanto si resultan ser principalmente un poderoso placebo como si efectivamente producen cambios neurológicos significativos», concluye Mitchell, «las microdosis han abierto una conversación importante sobre cómo podríamos relacionarnos con nuestra propia mente de formas más sutiles y matizadas».

En un mundo que enfrenta crecientes desafíos de salud mental, donde las terapias convencionales a menudo muestran limitaciones, esta «revolución silenciosa» podría representar no solo una nueva herramienta terapéutica, sino una reconsideración más profunda de nuestra relación con la consciencia humana y su extraordinaria plasticidad.

¿QUÉ SUSTANCIAS SE UTILIZAN EN MICRODOSIS?

Aunque la psilocibina (presente en los «hongos mágicos») y el LSD son las sustancias más comúnmente utilizadas en microdosis, la práctica se ha extendido a una variedad de compuestos psicoactivos:

  • Psilocibina: Generalmente 0,1-0,3 gramos de hongos secos, aprox. 1-3 mg de psilocibina pura.
  • LSD: Entre 5-20 microgramos (una dosis completa oscila entre 100-200 μg).
  • Mescalina/San Pedro/Peyote: 20-50 mg de mescalina (frente a 200-400 mg de dosis completa).
  • DMT/Ayahuasca: Particularmente difícil de microdosificar debido a su potencia y corta duración.
  • Ibogaína: Utilizada principalmente en tratamiento de adicciones, las microdosis (1-5 mg) se están explorando para sostenimiento.
  • Salvia Divinorum: Raramente utilizada en microdosis debido a sus efectos impredecibles.
  • Sustancias sintéticas de investigación: Diversas triptaminas y feniletilaminas de la familia 2C.

UNA PRÁCTICA MILENARIA

Aunque el término «microdosis» es reciente, la práctica de consumir pequeñas cantidades de sustancias psicoactivas tiene profundas raíces históricas:

  • En la medicina tradicional china, pequeñas cantidades de amanita muscaria se han utilizado durante siglos para potenciar la concentración y la vitalidad.
  • Diversas culturas amazónicas incorporan cantidades mínimas de ayahuasca en brebajes cotidianos para mantener la salud y agudizar la intuición, sin provocar visiones intensas.
  • En la tradición herbolaria europea, tinturas diluidas de plantas con propiedades ligeramente psicoactivas como la artemisa o la salvia se utilizaban como tónicos mentales.
  • Algunas prácticas chamanísticas siberianas incluían el consumo de pequeñas cantidades de hongos antes de actividades de caza, para agudizar los sentidos sin provocar alteraciones visuales significativas.

Como señala Mitchell en 10 viajes: «Lo que percibimos como una innovación moderna podría ser en realidad un redescubrimiento de sabidurías ancestrales sobre cómo relacionarnos con las plantas maestras de formas más sutiles y sostenibles».

Salir de la versión móvil