Hidratarnos en verano

Texto: Patricia Restrepo, directora del Instituto Macrobiótico de España y consultora macrobiótica

El agua es un nutriente esencial que no solo está presente en el líquido transparente que bebemos habitualmente e hidratarnos no significa beber grandes cantidades de agua. Por ello es determinante saber cuáles son nuestras necesidades reales.

En todo lo que existe -incluidos los alimentos- contiene agua en mayor o menos proporción. El agua es el origen de la vida, de manera que hacer un uso adecuado del agua implica saber qué cantidad contienen los alimentos de nuestra dieta diaria, qué cantidad usamos en cocina y qué cantidad deberíamos beber. Tres cuartas partes del planeta y del cuerpo humano son agua y una cuarta parte está representada por la tierra firme y solida y, en nosotrxs, por la materia solida (la carne y las grasas).

Durante el siglo pasado existió afán por descomponer la constitución orgánica del ser humano de manera analítica para estudiarlo y determinar sus supuestas necesidades de líquidos, proteínas, etc. Se dieron cuenta que el cuerpo humano tenía un alto contenido en agua y a este descubrimiento le sucedió una auténtica obsesión por hidratarlo y, como consecuencia, se empieza a beber desmesuradamente, las personas siempre llevan una botella de agua con ellas, nos obligamos a beber, se bebe sin tener sed…¡Es muy bueno beber mucha agua!

Es este un punto de vista analítico y fragmentado no se cuestiona la relación del tipo de alimentación y el consumo de sal con las necesidades reales de consumir agua. Por otro lado, las recomendaciones oficiales no mencionan ni especifican nada acerca de la calidad del agua que utilizamos para beber, ni de la que utilizamos para cocinar.

Las dietas que incluyen a diario carne, huevos, embutidos, horneados como bollería y pizzas, alimentos salados, paquetitos y comestibles con sal requieren más aporte de líquidos añadidos como agua de bebida.

Desde el punto de vista de la macrobiótica-vegana, una alimentación basada en cereales integrales, legumbres, verduras, sopas y caldos, frutas de temporada, fermentos, infusiones y tés sin abusar de los alimentos salados no requiere beber gran cantidad de agua, ya que nuestro aporte de líquidos lo proveen los alimentos que tomamos. Si además el agua con la que cocinamos es de calidad, permitimos un mejor funcionamiento del metabolismo y protegemos al riñón.

En el consumo de los alimentos mencionados tenemos intrínsecamente líquidos (por ejemplo el arroz integral cocido contiene un 70% de agua, las lentejas escurridas sin caldo contienen un 95% de líquidos, el arroz integral hervido un 70 %, las verduras cocidas mas jugosas hasta un 100% y el resto rondan entre un 95%). En realidad para hidratarnos bien necesitamos minerales y líquidos con nutrientes infiltrados, tipo sopas y caldos con algas y verduras, gelatinas elaboradas con algas y frutas de temporada.

Cuando llega el verano es esencial hidratarnos y mantener el fuego digestivo activo y un consumo de agua elevado -especialmente fría o con gas- no garantiza una buena hidratación ni una posterior salud digestiva.

El fuego predigiere los alimentos, es decir, ayuda a nuestro aparato digestivo a procesar lo que comemos y a facilitar la absorción de los nutrientes. Por eso, en función de nuestra condición, no sólo podemos comer alimentos cocinados en verano, sino que debemos dar preferencia a lo cocinado sobre lo crudo.

Las adaptaciones para comer en verano nutrirnos e hidratarnos de forma equilibrada son las siguientes:

  • Reducir la proporción de cereales en grano y optar por cereales más ligeros.
  • Duplicar el consumo de vegetales.
  • Cocinar con menos sal, ya que lo salado calienta el cuerpo.
  • Aumentar la proporción de frutas.
  • Reducir los tiempos de cocción.
  • Tomar más alimentos al vapor y escaldados.
  • Incluir algunos alimentos crudos.
  • Tomar más algas como agar-agar y nori.

Existe la idea generalizada de que en verano hay que comer gran cantidad de alimentos crudos porque aprieta el calor. Sin embargo, lo correcto sería decir que no hay que tomar los alimentos tan calientes como en invierno, ya que no es lo mismo cocinado que caliente. También hay que tener en cuenta que el consumo de alcohol y el agua con gas nos deshidrata.

Para tener una hidratación optima en verano:

  • Recurre a los gazpachos de verduras que previamente se han cocinado con un poco de algas, a las gelatinas con agar agar y a las frutas de temporada, especialmente melón, sandia y pepinos.
  • Toma regularmente té kukicha con un poco de umeboshi, una muy buena manera para mantener la alcalinidad y consolidar los órganos si los hemos expuesto a un exceso de líquido que al final termina por deshidratarnos.
  • Añade semillas en las ensaladas y en el porridge matutino, pues aportan minerales (y recuerda que hidratarnos tiene que ver con el consumo de minerales y vitaminas).
  • Puedes optar por tés fríos con unas gotas de limón y un poco de edulcorante natural, kombucha o malta de cebada que, a parte de hidratarnos, nos ayuda a eliminar el calor del cuerpo.
  • Y sobre todo no confundas la idea de tomar algo frío por placer, que generalmente no elimina la sed. Hidrátate con una preparación fresca pero no fría.

Un aspecto determinante para saber si nos estamos hidratando bien es el aspecto de la piel, pues así como la cara es el espejo del alma, el exterior es un reflejo del interior.

Los factores que contribuyen al deterioro de la piel son:

  • La exposición al sol prolongada y en horas de mucha intensidad.
  • El tabaco.
  • La contaminación ambiental.
  • Los hábitos de vida inadecuados y un mal funcionamiento de los riñones.

Como la piel se renueva cada 28 días, cuidar nuestra alimentación aportándole los nutrientes necesarios contribuye a esa renovación celular. Por supuesto que el agua es lo más importante. La hidratación de la piel se consigue mediante el agua de los alimentos y la que bebemos. Debemos usar un agua de calidad, que debe ser filtrada, ya que al ser el agua el disolvente universal, la que sale del grifo, aunque se considera potable porque está libre de microorganismos, lleva muchas sustancias químicas toxicas en disolución, además de los contaminantes en suspensión.

Insisto en que ua dieta equilibrada con una óptima ingesta de verduras, legumbres y cereales cocidos, solo necesitamos beber en los momentos de sed o calor excesivo, eso si, como dijo Mahatma Gandhi, «Bebe tu comida y mastica tu bebida», es decir, beber a sorbos y ensalivando bien.

Otros aspectos para mantener la piel hidratada y firme son:

  • Las grasas son nutrientes imprescindibles para tener la piel estructurada y tersa. Los ácidos grasos mono insaturados los encontramos en el aceite de oliva virgen de primera extracción en frío y de calidad biológica
  • Las grasas poliinsaturadas, es decir, los ácidos grasos omega 3 y omega 6 nos los proveen las semillas de sésamo, girasol y calabaza (mejor consumirlos ligeramente tostados) y en las semillas de lino dejadas en remojo.
  • Las proteínas constituyen un básico para la piel. Un consumo adecuado de proteínas resulta fundamental para la renovación y buen aspecto de nuestra piel. Las podemos encontrar en los cereales integrales biológicos, en las legumbres, los frutos secos y las semillas. Cuando damos preferencia a las proteínas de origen vegetal, nuestra piel tendrá un brillo y tono especial porque el metabolismo de las proteínas vegetales no producen tanto residuo tóxico.
  • Los hidratos de carbono, que por ignorancia y desconocimiento gozan de tanta mala prensa (se incluyen los hidratos de carbono simples, los azúcares refinados y las harinas en el mismo saco de los hidratos de carbono compuestos) son esenciales para el desarrollo humano. Los encontramos principalmente en los granos de cereales integrales, en las verduras y las frutas que además, constituyen las principales fuentes de antioxidantes.
  • La vitamina E está presente en el germen de los cereales integrales -además de las semillas oleaginosas que constituye un buen aporte de ácidos grasos-. Por su acción antioxidante neutraliza a los radicales libres (una de las causas de las denominadas manchas seniles o «flores del cementerio»). También está presente en las verduras de hoja verde.
  • El beta caroteno o provitamina A -que se transforma en vitamina A conforme las necesidades de nuestro cuerpo-, también tiene acción antioxidante y abunda en las verduras de color naranja como calabazas y zanahorias
  • La vitamina A, esencial en la renovación de la piel y las mucosas, se encuentra en el alga nori.
  • Las vitaminas del grupo B intervienen asimismo en el buen estado de la piel y en los procesos de renovación celular. La fuente principal son los cereales integrales.
  • La vitamina C, otro poderoso antioxidante, está presente en todas las verduras y frutas. Entre las verduras elegiremos las más equilibradas desde el punto de vista energético como col, coliflor, brócoli, choucrout. Entre las frutas elegiremos las de clima templado, mientras las frutas tropicales que serán de consumo ocasional.
  • El licopeno, que también es un potente antioxidante, no está sólo en el tomate: lo podemos encontrar en la pulpa de la manzana y en el albaricoque (nuevo alimentos más equilibradores desde el punto de vista energético).

En cuanto a los minerales destacamos el selenio (mineral con acción antioxidante); el zinc (forma parte de nuestra epidermis); el hierro (esencial para la correcta oxigenación de la sangre) y el azufre (indispensable para la síntesis de queratina). Todos ellos están presentes en cantidades suficientes en los cereales integrales, las legumbres y las verduras. Pero si buscamos una fuente de minerales bio disponibles y altamente asimilables, las algas marinas comestibles son la respuesta.

Desde la macrobiótica aunque no se desdeña la información bioquímica de la tabla de nutrientes, se la considera información sombra, pues lo que realmente se valora son las leyes del equilibrio energético. Si, por ejemplo, elegimos tomar muchos cítricos con el único criterio de su cantidad vitamina C, podríamos llevar al organismo a un exceso de frío (en concreto a los riñones, debilitarlos y a su vez perjudicar la piel que es el tercer riñón). Si pienso que debo tomar muchos frutos secos porque son ricos en vitamina E, podríamos sobrecargar el hígado con el exceso de grasa. Así que ojo con el equilibrio.

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