Hécate: Una diosa en las encrucijadas desde tiempos inmemoriales

Hécate es una diosa preolímpica de la época de los Titanes. Mucho tiempo antes de que Zeus iluminara los cielos de Grecia con sus rayos, Hécate era adorada en las casas de los griegos como guardiana, estaba junto a las parteras para aliviar los dolores de parto, en las encrucijadas de los caminos para asistir a los viajeros y era fácil encontrarse con ella en los momentos crepusculares, cuando ya no era de día, pero todavía no era de noche, cuando se acababa la vida, pero aún no había muerte, cuando se sabía, pero no se podía decir qué.

La diosa Hécate nos habla del poder de la intuición, pues era capaz de ver los tres caminos de la vida, presente, pasado y futuro; es decir, como en la intuición en que se recuerda un aspecto del pasado, se ve el presente con honestidad y se percibe lo que se nos avecina en el futuro.

CARME GARCÍA I GOMILA (Médica y psicoanalista)

Un origen muy antiguo

En muchos de los mitos que se vienen relatando en este apartado de la revista, se hace mención a los antiguos cultos lunares que intentaron ser abolidos. Estos cultos parten de la antigua Diosa Madre, cuando no existían los dioses, cuando la tierra y los dones maternos eran lo más valorado en la tierra. A la Gran Diosa se la consideraba inmortal, inmutable y omnipotente, no existía ni siquiera el concepto de paternidad. Avanzando la historia y con el nacimiento del patriarcado, esta visión matriarcal quiso ser desterrada y a la Gran Diosa vino a ser representada por las tres fases lunares: la fase doncella de la luna creciente, la fase materna de la luna llena y la fase vieja y matriarcal de la luna menguante. Más adelante se representaron como la tríada doncella del aire superior, ninfa de la tierra o el mar y la vieja del mundo subterráneo, tríada representada respectivamente por Selene, Afrodita y Hécate. Sólo esta última pertenecía a los antiguos Titanes y es la que representa la sabiduría de la experiencia. Sea como sea, el propio Zeus reconoció siempre el valor de Hécate y la respetó.

Debido a esta antigüedad remota de los orígenes de Hécate, no hay acuerdo ni entre los autores clásicos ni entre los estudiosos modernos sobre el origen de la diosa. Como hemos dicho, lo único que queda claro es que Hécate es una representación primordial de la luna y la sabiduría, también como diosa de las tierras salvajes y las zonas inexploradas. Poco ha quedado de sus parentescos ni de sus relaciones con el panteón olímpico, pero su presencia continua se explica por que fue la única titánide que ayudó a Zeus durante la Titanomaquia por lo que no fue desterrada a los dominios del Inframundo tras la derrota de los Titanes por los olímpicos, lo que vendría a ser otro indicio de la persistencia de los cultos en los que era adorada.

Así, Hécate aparece en los relatos clásicos como un ente benefactor que constantemente ayuda a los dioses y héroes en sus travesías. Por ejemplo, es Hécate quien ayuda a Deméter a encontrar su hija Perséfone al guiarla por los caminos más tenebrosos hasta la entrada del inframundo. Así, desde esa función de guía de almas, los viajeros comenzaron a rendirle culto para que los guiara en el camino llamándola Diosa de las encrucijadas, y las madres Diosa de los partos, por haber ayudado al nacimiento de Hércules en contra de otras deidades.

La estatua de la Libertad de Nueva York mantiene sobre su cabeza la antorcha y los siete rayos, a diferencia de Hécate, con cinco y dos antorchas. El arte representa también a Hécate a menudo con tres cuerpos o tres cabezas y con serpientes entrelazadas alrededor de su cuello ya que es una divinidad triforme: lunar, infernal y marina.

Si Hécate es tan antigua, ¿para qué sirve?

Hécate nos conecta con poderes casi innatos y con conocimientos que han sido cubiertos no solo por la fastuosidad olímpica sino por siglos de historia alejados de la naturaleza. A Hécate le corresponde que no se pierda el camino hacia las esencias del ser humano, de su contacto intrínseco con la naturaleza y con la libertad.

Hécate representa todavía lo que hay de la Gran Diosa que todo lo impregnaba y cuidaba en su aspecto crepuscular, la vieja sabia que conoce las hierbas y los caminos. Hécate es esta parte de la Gran Diosa, la que se mueve en el conocimiento casi mágico y místico de la persona, de la humanidad. La que nos puede guiar con su antorcha hacia un nuevo paradigma donde exista más libertad.

 La humanidad en la encrucijada que se encuentra invoca la sabiduría de Hécate en la recuperación del poder femenino, en la búsqueda de la sabiduría de las emociones y en una ética cercana al cuidado y a la equidad en lugar de la justicia y el poder. Espero que podamos escuchar sus susurros y verla en la penumbra del crepúsculo cuando cesan las luces de las pantallas. Espero que entendamos su sabiduría y llevemos su antorcha si queremos que la vida sea posible para todos los seres. Espero nos ayude a dar a luz a una nueva humanidad.

Curiosamente la estatua que encontramos en la isla de Ellis a la entrada del puerto de Nueva York, donde se recibía a los inmigrantes europeos, está inspirada en una de las advocaciones de la vieja Hécate. Lleva una antorcha que ilumina el camino y de su cabeza surgen rayos de luz en señal de sabiduría. ¿Por qué será que la hemos llamado la estatua de la Libertad?

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