Gandhi y el naturismo

En momentos bélicos como los actuales, queremos volver la vista a Gandhi, el singular pacifista no-violento, y a su papel en la independencia de la India después de la Segunda Guerra Mundial.

Para comprender a Gandhi es preciso tener en cuenta tanto su personalidad como la poderosa influencia del país y la época en que nació. Sin duda, en otro tiempo y lugar su significancia habría sido menor. Leyendo sus obras o descubriendo su vida se percibe el ancestral latir de la India en cada acto.

Cualquier persona que fuera preguntada acerca de Gandhi podría forjar en su mente sin mucho esfuerzo la imagen de una persona poco agraciada físicamente, arropada en una sábana blanca, que hizo algo con la No-Violencia y que tuvo relaciones con la independencia de la India.

Textos: Amador Cernuda.

India, Inglaterra, África del Sur

Si esta persona interpelada supiese algo más o fuese un simpatizante y nos contará más, seguramente se referiría al Gandhi que nació en 1869 en Portandar, provincia de Bombay, al que se casó a la edad de trece años con su esposa Kasturba, que influyó mucho en él, al que estudió Derecho en Londres o al que fue asesor jurídico de una compañía anglo-hindú en África del Sur, donde en 1893 organizó una campaña de oposición, por medio de la no cooperación y la resistencia pasiva, contra la legislación para los asiáticos, que terminó con una ley de satisfacción a éstos (lndian’s Relief Act).

Boicot activo, sedición

Quizás también se referiría al que en 1919, y ya en la India, emprendió una campaña contra la soberanía británica por medio de la no cooperación y el boicot a las mercancías inglesas, al que fue detenido en 1922 como presunto promotor de sedición y que fue condenado a seis años de cárcel (liberado en 1924) o al que en 1925, publicó sus memorias Experiencias con la Verdad, título tan significativo como el contenido.

En 1930 Gandhi emprendió otra campaña contra el gobierno británico y estuvo detenido hasta principios de 1931. En septiembre de ese año llegó a Inglaterra para tomar parte en la Conferencia de la Mesa Redonda y volvió a ser encarcelado a principios de 1932. Durante la Segunda Guerra Mundial fue nuevamente hecho preso por persistir en su campaña de oposición a Inglaterra y en reclamar la independencia de la India. El 30 de enero de 1948 fue asesinado y su cuerpo incinerado.

Sin fármacos. Búsqueda personal

De Mahatma Gandhi se pueden establecer muy diversos relatos, mencionando, por ejemplo, sus influencias espirituales. Gandhi fue un hijo del hinduismo -del que absorbió la tradición de una profunda tolerancia religiosa y el sentimiento de respeto a la vida en todas sus formas- aunque también estuvo muy influido por el cristianismo. Pero lo que define a Gandhi y le lleva a sus grandes realizaciones es su gran pasión: la verdad y su incansable búsqueda.

Esta gran pasión la extendió a todos los aspectos de su vida. Gandhi perdió la fe en la medicina moderna a muy temprana edad, pues consideraba que la enfermedad es un asunto que no concernía sólo al cuerpo. También le disgustaban las drogas comercializadas y, para ello, buscó una forma de eliminar la enfermedad sin el uso de estos medicamentos. Tales ideas no eran puros sentimientos teóricos, sino que fueron realidades prácticas en su vida, pues una vez que estuvo gravemente enfermo afirmó: «Aun cuando he sufrido dos enfermedades serias en mi vida, creo que el ser humano tiene poca necesidad de medicamentos».

Una falsa comodidad

Su opinión era que la continuidad en el uso de las medicinas debería traer consigo como resultado la pérdida del control sobre la mente. «Con la medicina moderna –solía decir– el cuerpo se siente más cómodo, pero la mente se debilita». Leamos al respecto sus palabras habituales. «Me dejo llevar por el vicio y contraigo una enfermedad. Un médico me cura y con toda seguridad volveré a repetir el vicio. Si no hubiera intervenido el médico, la naturaleza hubiera realizado su trabajo y yo hubiera adquirido dominio sobre mí mismo, me hubiera liberado del vicio y habría encontrado la felicidad.»ç
Sus convicciones de que lo único necesario para gozar de una buena salud era vivir de acuerdo con las leyes de la naturaleza, con una dieta adecuada, aire fresco, ejercicio físico, ambiente limpio y un buen corazón fueron siempre llevadas a la práctica.

Vida vegetariana. Naturismo en la práctica

No olvidemos tampoco su gran fe en el vegetarianismo, donde aun en los momentos más críticos se mantuvo firme. Así, en cierta ocasión, su segundo hijo Manilal sufrió una noche un fuerte ataque de fiebre tifoidea a la edad de diez años, combinado con neumonía y señales de delirio.

Llamaron al médico y éste dijo que la medicina daría poco resultado, pero que los huevos y el caldo de pollo quizá podrían ser beneficiosos. Gandhi le explicó al médico su condición de vegetarianos y que de ningún modo podría darle a su hijo ninguna de las dos cosas. Además, como conocía el tratamiento de Louis Kuhne y lo había puesto a prueba (sabía que el ayuno y la hidroterapia serían muy provechosos y decidió aplicarlo a su hijo). De esta forma, empezó a suministrarle a Manilal baños de asiento de no más de tres minutos y alimentándolo con una dieta de zumo de naranjas mezclado con agua durante tres días. La temperatura seguía elevándose hasta 40 °C y por la noche el niño deliraba. Gandhi comenzó a sentirse asustado, pero tenía fe en la hidroterapia y muy poca en la alopatía; por otra parte los doctores tampoco podían garantizarle la curación, sólo experimentar.

Posteriormente, decidió hacerle un fomento frío (compresa): mojó una sábana, escurrió el agua y lo envolvió con ella dejando fuera sólo la cabeza y cubriéndolo con dos frazadas. En la cabeza le aplicó una toalla mojada. El cuerpo quemaba como el hierro al rojo y presentaba abundantes manchas. Por fin, tras bastante espera, apareció la transpiración. Al día siguiente tuvo menos fiebre, y así siguió manteniéndose y recuperándose durante cuarenta días, con leche rebajada y jugos de frutas: el resultado fue una curación completa.

Servir a los demás

Gandhi siempre estuvo impregnado por el deseo de servir a los demás y una de sus grandes aspiraciones era crear una clínica de curación natural para pobres. Así fue nombrado fideicomisario, conjuntamente con Shree Jehangir Patel y el Dr. Dinshah Mehta, en la clínica de este último en Puna.

Gandhi depositó grandes esperanzas en ella, pues además del tratamiento de las enfermedades, los pacientes recibirían enseñanzas de cómo vivir saludablemente sin necesidad de medicinas. Ello contribuiría a salir de la ignorancia que les hacía ciegos a lo que la naturaleza enseña y ofrece. Posteriormente se dio cuenta de que su idea era muy difícil de alcanzar en la clínica de Puna, así que pensó que si le importaban realmente los pobres enfermos debía ser él quien se dirigiera a ellos, y no esperar a que éstos acudieran a él. Por eso, el 23 de marzo de 1946 inauguró la clínica de Uruli-Kanchan, donde pudo ejercer una supervisión personal durante una temporada; después el trabajo fue confiado al doctor Bhaguat, y si bien el número de pacientes siguió aumentado, ya no lo hizo con la misma intensidad como cuando Gandhi estuvo personalmente.

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