Euro digital = más control social

Se ha iniciado la mayor cortina de humo de la historia para imponer el euro digital

Marc Vidal en YouTube

¿Y si nuestros dirigentes han decidido aprovechar el barullo que vive el mundo en estos días para implementar un mayor control social? ¿Anunciarán el euro digital u otras CBDC (Central Banc Digital Currency, dinero electrónico) como una herramienta de seguridad ante un shock económico? ¿Van a aprovechar el asunto de la soberanía, Trump, o que el centro de la galaxia tiene un agujero negro, para acelerar en la implementación?

Voy a explicaros por qué menos cloroformo y más cócteles molotov. Voy a demostraros que eso que dicen de que no hay por qué preocuparse es el mayor aviso para ponerse en alerta. Voy a traeros ejemplos históricos de aquello que dicen que nunca pasó y por eso (dicen), nunca pasará.

El impulso hacia la digitalización de la moneda ha venido motivado en parte por la necesidad de modernizar la economía. No digo que no. Y agilizar las transferencias financieras. Bien, pero eso ya lo solucionamos con otras cosas. Las CBDC, por eso, son básicamente versiones digitales de la moneda estatal emitidas y respaldadas por un banco central. Su digitalización no solo facilitaría, dicen, en el proceso de compra-venta y permitiría además transacciones casi instantáneas, sino que, según sus promotores, también va a potenciar la transparencia y va a reducir los costos de transacción. Pero detrás de esos beneficios anunciados, hace más de tres años que lo explico, aquí se esconde un controvertido proyecto que aspira a modificar fundamentalmente la relación entre el ciudadano y su dinero. Algunas propuestas, cuyos detalles surgen en foros internos y a través de fuentes que no suelen ser muy oficiales, sugieren la inclusión de mecanismos de control que van desde la limitación de la cantidad de dinero que puedes utilizar en efectivo (incluso proponen un tope de 50 euros) hasta la implementación de mecanismos de caducidad programada. Aquí viene uno de los primeros interrogantes:

¿Por qué lo defienden desde la izquierda de manera tan absoluta? ¿Por qué incorporan en el mensaje el caos actual? Ya dije en un vídeo que con la excusa del rearme, la soberanía europea y ahora la guerra arancelaria, se va a aprovechar para darle impulso a ese euro digital. Escuchad:

«Desde Mas Madrid llevamos al Congreso de los Diputados un debate crucial. Abordar la cuestión del euro digital para defender la soberanía digital y financiera de Europa frente al oligopolio de Visa y Mastercard como primera medida frente a la guerra comercial declarada por Donald Trump el pasado miércoles a la Unión Europea y a los ciudadanos europeos. Pedimos al Gobierno de España que impulse la fase de decisión en el seno de la Unión Europea, que se adopte ya el marco legislativo cuanto antes y que se prepare a la ciudadanía en esta era digital, como ya lo hicimos con el euro físico en el año 2002. El euro digital es una moneda digital emitida por el Banco Central Europeo, es decir, sería lo mismo que el dinero público, lo mismo que los billetes y las monedas, pero disponible en forma digital. El euro digital debe ser una herramienta pública, europea y segura.»

Acelerar la llegada del euro digital. El banco central europeo baraja la posibilidad de acelerar la llegada del euro digital y lo hacen estimulando el miedo a la pérdida de soberanía por una guerra comercial: los aranceles. Y los que lo aplauden son, como habéis visto, quienes les gusta más el colectivismo, más estado, intervencionismo, expolio fiscal permanente y creciente… Detrás de esa idea aparentemente técnica late un objetivo político: reducir la dependencia de sistemas de pago controlados por empresas estadounidenses.

Es así como lo venden. Y además para sortear restricciones unilaterales a países o sectores que comercien con Europa, y en última instancia aspirar a que más actores internacionales opten por guardar todo eso en euros y no sólo en dólares en cuanto a sus reservas monetarias. Y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, nos dirán que el euro es una herramienta necesaria e ineludible, de ahí que el discurso será: «un continente, un ejército y una moneda digital única».

Son los nuevos tiempos, amigos, y lo nos lo van a vender así. Entre los defensores del euro digital, violentos mensajeros del orden establecido dicen que todo aquello que se achaca esa moneda digital es falso o no será. Para demostrarlo, suelen decir que no se va a ejercer control ni va a tener caducidad y para demostrarlo hablan de que no hay nada en la historia que demuestre que eso se puede hacer o que se haya hecho. Pero la idea de controlar el uso del dinero, queridos amigos, no es nueva:

Desde hace más de dos mil años. A lo largo de la historia se han implementado diversas estrategias para evitar la acumulación excesiva de capital o para estimular la actividad económica en momentos de crisis. Con esas excusas, todo eso ya se ha hecho. En el antiguo Egipto, durante el siglo III a.C. se utilizó una forma de moneda conocida como ostraca (fragmentos de cerámica inscritos con marcas que funcionaban de manera estacional). Esos dineros, por decirlo de alguna manera, perdían valor de forma natural tras eventos cíclicos como las inundaciones del Nilo, que condicionaban su uso en el pago de impuestos.

Esa temprana forma de control monetario ya sugería que la acumulación sin consumo podía tener efectos indeseados sobre la actividad económica. Un ejemplo notable es el de la pequeña localidad de Wörgl, en Austria, que durante la década de 1930 ya puso una estricta política de lo que se llama demurrage. La moneda local entonces llevaba una tasa de depreciación mensual del 1%, lo que obligaba a los ciudadanos a gastar su dinero rápidamente si querían mantener su poder adquisitivo en sus ahorros. Los resultados fueron sorprendentes: el desempleo se redujo en un 40% y la actividad comercial aumentó en un 220%.

Una amenaza para el sistema. Todo bueno, ¿verdad? Pero esas medidas fueron vistas como una amenaza (y lo fueron) para el sistema monetario tradicional y fueron prohibidas por el banco central austriaco.

Más recientemente, otra iniciativa: la Bristol Pound, en el Reino Unido, una moneda complementaria e implementada entre 2012 y 2020, hace cuatro días. Se introdujo la idea de que una divisa local podría tener un carácter transitorio al requerir su renovación anual mediante un pequeño pago a una ONG local. Ese ejemplo lo que resalta es que la caducidad del dinero puede fomentar la circulación, sí, pero refleja una tensión absolutamente inherente al control social. ¿No?

«Se podrá hacer… pero no lo haremos».

De ahí que deberíamos de tener y revisar con mucho cuidado todo eso de «se podrá hacer, pero no lo haremos». Porque si volvemos a nuestros días, entre las propuestas más controvertidas figura la idea de establecer un mecanismo de expiración, de caducidad para el dinero digital. Tal tecnología que se asemeja a ese concepto que os decía del demurrage. Descrito con experimentos históricos, obligaría a los ciudadanos a gastar su dinero antes de que alcance una fecha de caducidad, similar a como expiran ciertos productos perecederos, como los yogures.

La intención es doble: por un lado aumentar la velocidad de circulación del dinero y por otro estimular el gasto de los particulares, obligando incluso a incurrir en gastos en momentos de recesión económica o cuando uno no quiera.

Otro mecanismo que se ha debatido en la aplicación de este tipo de monedas es el tipo de interés negativo. En términos simples, ese concepto implica que en lugar de recibir intereses por mantener dinero en una cuenta corriente o de ahorro, los ciudadanos tendrían que pagar por ello.

Los tipos de interés negativos se han aplicado en algunas economías en algún momento. Osea, eso de que no ha pasado nunca es mentira. Como en Suecia, a través del Riksbank, donde se implementó una tasa del menos 0,75% entre 2015 y 2019 y era para incentivar el uso del dinero. Esa política provocó una reducción aproximada del 12% en los depósitos bancarios.

«Desincentivar el ahorro excesivo». Un caso aún más reciente se ha dado en las discusiones internas de las CBDC en Suecia con el proyecto eKrona (moneda digital de Suecia), donde se baraja la posibilidad de aplicar esos tipos negativos para desincentivar el ahorro excesivo (¡«el ahorro excesivo»!), haciendo que el dinero se utilice en la economía real.

Pero quizás la medida más preocupante es la capacidad de las monedas digitales para ser programables, lo que permitiría a los gobiernos y a las instituciones financieras controlar no sólo la cantidad de dinero en circulación sino también el uso que se le dé.

El caso del yuan digital en China es muy ilustrativo. Ese sistema ya integra restricciones programables, como limitar las transacciones diarias de ciertos ciudadanos o condicionar la utilización de subsidios estatales a compras de bienes específicos. Pero hay más: en Nigeria el sistema eNaira incluye límites geográficos. Y toques de queda digitales.

Unas condiciones que reflejan una tendencia hacia el control social mediante el manejo directo de la divisa: sólo lo puedes utilizar en algunos sitios o hasta algunas horas. Cada uno de esos mecanismos de caducidad programada, tipos de interés negativos, o el control mediante restricciones transaccionales, se funda en la idea de estimular determinados comportamientos económicos.

Los efectos sobre la libertad. Pero como os voy a explicar ahora, los efectos colaterales son profundos en cuanto a la libertad de los ciudadanos. Para comprender el alcance de estos cambios, sería útil comparar las experiencias de distintos países cuando se analizan los efectos documentados.

En 2021, hace dos días, el Banco de Canadá presentó un modelo teórico en el que cuentas offline (las que no se conectan a la red digital de forma continua) tendrían una fecha límite para su validez de unos 30 días. Aunque el objetivo inicial no era controlar el gasto, sino recuperar fondos perdidos, por ejemplo casos de dispositivos dañados, la idea ilustra la posibilidad de aplicar caducidad programada en el dinero digital. A día de hoy se trata de un estudio académico sin implementación real, pero abre un abanico de interrogantes sobre la autonomía de todos nosotros.

En resumen, tenemos ejemplos muy cerca que se pueden examinar y que no nos mostrarán los medios. Porque el interés ahora es que todo el mundo crea y considere que es imprescindible tener el euro digital. (…)

Control social: sin autonomía en la gestión de tu dinero. Tanto en China como en Nigeria, esos ejemplos de cómo los sistemas de monedas digitales pueden utilizarse para ejercer el control social son más que evidentes. En China, ese yuan digital viene con restricciones. O sea, no te lo dan así como así, sino que limitan. Transacciones diarias de los ciudadanos con baja puntuación en un sistema parecido, aunque no es exactamente como se explica en algunos lugares de crédito social. Hay informes que dicen que cerca del 23% de los ciudadanos con una puntuación, digamos menor, de un puntaje determinado, ven restringidas sus transacciones diarias.

Esos casos tienen en común que el uso del dinero digital no solo es un medio de intercambio, sino que es una herramienta para dirigir y controlar el comportamiento económico y social de todo el mundo, lo que cuestiona la noción tradicional de la libertad de elección. Y tengo claro dónde va todo esto.

A primera vista, el euro digital y las monedas digitales que vengan por cualquier lado parecen representar la vanguardia de la tecnología financiera. Yo me dedico a la tecnología y no lo veo bien.

Cuando se examina su arquitectura, y las propuestas que acompañan, se evidencia una estrategia de control que recuerda mecanismos históricos, aunque potenciados ahora por la tecnología moderna. Ya lo han hecho y ahora lo podrán hacer más fácil.

Las promesas de protección de datos personales, la rapidez en las transferencias, enmascara la preocupación fundamental: la pérdida de autonomía en la gestión personal de tu dinero.

 

El dinero podrá caducar. La posibilidad de imponer caducidad al dinero que obligaría a los ciudadanos a gastar en un plazo determinado, así como es aplicación de tipos de interés negativos, son ejemplos de cómo se puede manipular el comportamiento económico de las personas.

Esos mecanismos se van a basar en la idea de que el dinero debe circular rápidamente para estimular la economía, pero ignoran un principio fundamental de la teoría monetaria: el dinero es en esencia un medio para preservar el valor derivado del ahorro y la inversión, «no para gastar». Decía un clásico que «el dinero es un buen siervo, pero es un mal amo», una máxima que nos recuerda que, cuando dejamos de tener control sobre el uso de nuestro dinero, en realidad lo que corremos es el riesgo de ser controlados por él o por los que nos lo dan. Porque dirán que «nos lo dan».

La paradoja es muy evidente: mientras las monedas digitales prometen una mayor transparencia y eficiencia, en realidad se convierten en instrumentos de coerción donde la libertad digital se ve permanentemente condicionada por algoritmos y por políticas centralizadas.

Tenéis el vídeo completo en: https://www.youtube.com/watch?v=Kcde4xrmPr4

La prevención de enfermedades. Las causas reales de la enfermedad.

R. F. Kennedy Jr. investiga las «causas reales» de las enfermedades crónicas infantiles

https://www.youtube.com/watch?v=tPbiZy1Dkuc

22-02-2025. En este video se analiza el reciente establecimiento de la comisión «Make America Healthy Again», impulsada por el presidente Trump, para abordar la crisis de salud pública en EE.UU. Con la confirmación histórica de Robert F. Kennedy Jr. como encargado, esta comisión tiene por objetivo investigar las causas de las enfermedades crónicas infantiles, como el autismo, la obesidad, y el aumento alarmante de enfermedades como el cáncer pediátrico. Se llevará a cabo una investigación transparente y detallada sobre factores previamente ignorados, como el calendario de vacunas infantiles, la radiación electromagnética, los pesticidas, y otros elementos que pueden estar contribuyendo a la crisis de salud.

La misión de la comisión, que se centrará en la prevención en lugar de los tratamientos, tiene como meta mejorar la salud de las nuevas generaciones, detener el aumento de enfermedades crónicas y restaurar la salud de los estadounidenses. Los esfuerzos de Robert F. Kennedy Jr., quien ha dedicado años a defender la salud infantil, se centran en revisar los protocolos de salud pública y garantizar un sistema de notificación y vigilancia más riguroso para las posibles lesiones causadas por las vacunas.

A lo largo del video, también se expone la visión de Kennedy sobre la influencia de las grandes corporaciones en las políticas de salud pública y cómo se les debe plantar cara para restaurar la salud y el bienestar de los ciudadanos.

En el momento de editar esta noticia vemos los dificultosos esfuerzos de Kennedy, al que se ha presentado como bebedor de lejía, terraplanista, ex drogadicto… por dar voz a los científicos que atienden, con humildad, todos los estudios, no solo los que están pagados por la mafia farmacéutica. Por cierto, ¿sabíais que la actual voz de Kennedy es el resultado de la aplicación de una vacuna que le pusieron?

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