Endulza tus fiestas sin el amargo azúcar

Texto: Patricia Restrepo, directora del Instituto Macrobiótico de España y consultora macrobiótica

El escritor, músico y activista macrobiótico William Dufty señaló que «Dentro del orden eterno del universo, el azúcar refinado por el hombre juega su papel como todas las cosas. Quizás los promotores del azúcar son nuestros depredadores, conduciéndonos a la tentación, distribuyendo una especie de dulce pesticida humano que deslumbra a los ávidos por una dulce vida haciéndonos caer en una forma de autodestrucción, ahorcando el jardín humano, seleccionando según la ley natural al más adaptado para sobrevivir, mientras el resto perece en otro diluvio bíblico, esta vez no es de agua sino de bebidas colas y otros refrescos – purificando la raza humana para otra era».

Tanto la falsa moral del azúcar moreno y sus secuaces (fructosa, jarabe de maíz, aspartamo, manitol, sorbitol, sacarinas, ciclomato y otros no nombrados), como los edulcorantes naturales (miel, ágave, jarabe de arce, estevia, y la última adquisición de la moda de lo saludable, el azúcar de coco) son todos de de absorción rápida y de corta duración, es decir azúcares simples. Cuando leas en los alimentos embotellados, envasados o enlatados «sin azúcar», lee la letra pequeña, porque quizás lo que te está diciendo es que no lleva sacarosa, pero sí otro tipo de edulcorantes que son aún más devastadores.

Parece que pocas personas desconocen los efectos letales del azúcar (sacarosa y C12H22O11), igual que tampoco desconocemos los efectos de otros venenos blancos y cristalinos como la cocaína y la heroína. Pero el vértigo informativo radica en blanquear social, moral y nutricionalmente sustancias que sirven de sustitutos del azúcar con el mismo poder letal, a las que solo se les ha cambiado el traje con que se las viste. La gran confusión radica en lo rentable que es para este sistema depredador el consumo de mono y disacáridos que convierten al individuo en un ser vulnerable, diana de los intereses de laboratorios químicos, industria farmacéutica, publicidad sensacionalista, servilismo político y religioso, consumismo superfluo e innecesario y, en general, de la esclavitud en todos los aspectos de la vida.

En realidad la credibilidad que se le da a los diferentes azúcares químicos y edulcorantes está basada en nuestra ignorancia: ignorancia al impacto que tienen en nuestro cuerpo y que trascienden más allá de las papilas gustativas. La confusión parte de un hecho fisiológico y es que el ser humano necesita glucosa para el buen funcionamiento del cerebro y de todas las células, pues constituye combustible puro para el cuerpo. Es decir, necesita carbohidratos, presentes principalmente en los cereales integrales, el grano, las legumbres y algunas verduras.

La rapidez de absorción hace la diferencia entre vitalidad y decrepitud. Los cereales integrales y sus derivados, las legumbres y algunas hortalizas son de absorción lenta. La digestión de estos carbohidratos complejos o polisacáridos comienza en la boca, gracias a la acción de la saliva (amilasa salival), que les permite pasar desde la boca hasta el intestino delgado. Un sistema perfecto los desmenuza hasta convertirlos en glucosa, fructosa o galactosa, atraviesan el epitelio intestinal una vez absorbidos por las vellosidades intestinales y, a partir de ahí, pasan a la circulación sanguínea, al hígado y a los diferentes almacenes de glucógeno del cuerpo que por, cierto son muy pequeños.

Por tanto, los cereales integrales en grano que durante miles de años han sido la fuente de energía de nuestros antepasados deberían ser consumidos a diario como base de una nutrición inteligente y efectiva gracias a este buen combustible. Los azúcares de absorción rápida mono y disacáridos (azúcar moreno, miel, panela, manitol, sorbitol, aspartamo, jarabe de maíz, harinas y cereales refinados, como arroz blanco o trigo blanco), pasan directamente al torrente sanguíneo -como una droga en vena-, saltándose todo el proceso holográfico y perfecto del sistema digestivo, desestabilizando el funcionamiento del páncreas y obligándole a excretar insulina para afrontar la presencia súbita de glucosa, lo que ha elevado como consecuencia la glucemia en sangre con las consabidas hipoglucemia e hiperglucemia, lo que crea constantes vaivenes en los niveles de azúcar (energía) del cuerpo.

Los vaivenes de glucosa no sólo nos dañan físicamente, son también los responsables de la bipolaridad (trastorno de déficit de atención e hiperactividad), y el origen de un carácter cambiante fluctuando entre depresión y euforia, miedo e indecisión, dependencia emocional y victimismo.

La principal motivación para escribir este artículo es la de clarificar que cuando desaconsejamos el uso del azúcar simple (y sus secuaces) no viene de un prejuicio romántico, sino del conocimiento de la reacción fisiológica que tiene lugar en el cuerpo al entrar en contacto con estas sustancias -casi todas de origen químico-. También para desvirtuar los falsos calificativos con los que se nos venden fructosa, sacarinas, azúcar moreno y otros ya mencionados que, en realidad tienen el mismo denominador común mono y disacárido, y que se nos venden como inofensiva sustitución del azúcar común.

Del mismo modo pasaré al banquillo de los acusados a la miel, no por su constitución energética, sino por el uso que se pretende le demos: de ser un remedio puntual a un endulzante de todos los días con su consiguiente impacto en el cuerpo. La miel también es un disacárido aunque de origen natural y con algunas virtudes medicinales.

¿Cuáles son los tipos de azúcares?

• Azúcar sacarosa o azúcar blanco: producto químico puro formado por moléculas de sacarosa que se puede obtener a partir de la remolacha o la caña.

• Melazas de caña de azúcar o de miel: productos residuales de la cristalización del azúcar.

• Azúcar moreno: es azúcar que no se ha limpiado a fondo y que suele venderse como un sustituto mejorado del azúcar blanco, pero que no presenta ninguna ventaja con respecto a este.

• Fructosa: monosacárido abundante en estado libre en los vegetales, en particular (como su nombre indica) en los frutos. Sin embargo ponemos el acento en la fructosa porque no se obtiene de los frutos directamente, sino partir del azúcar blanco por un proceso enzimático o químico más barato. Cualquiera que sea su procedencia, la fructosa es una sustancia química pura sin vitaminas, minerales ni fibra, con un poder edulcorante mayor que el de la sacarosa. La publicidad es engañosa y la fructosa no es más sana que el azúcar blanco y se ha demostrado que es un potente inductor de la formación de triglicéridos, por lo que puede causar, a la larga, importantes problemas a los diabéticos. Además la fructosa se transforma en glucosa a expensas de un trabajo hepático. Razón de más para ser moderados.

• Jarabe de maíz: Es penoso que se confunda con la melaza de maíz. El jarabe resulta de un proceso químico obtenido a partir del almidón -generalmente de patata-. Es muy utilizado en la industria de las golosinas, por ser más barato que el azúcar.

• Melaza de cereales integrales: a diferencia de los otros edulcorantes, se obtiene por un proceso enzimático natural a partir del grano cocido, generalmente de arroz o cebada. Contiene minerales procedentes del grano, y si el proceso se ha realizado a temperatura inferior a 70º posee propiedades enzimáticas.

En nuestro empeño por promover una alimentación sana nos vemos en la obligación de denunciar los peligros de aditivos, contaminantes y pesticidas que desvirtúan la cualidad de los alimentos y envenenan la tierra, Pero la toxicidad de estos es ínfima en comparación con la del azúcar, sobre todo por el abuso que se hace de él.

Aquí tenéis las razones para que tengamos en cuenta lo qué nos provoca el azúcar:

• En los niños puede causar hiperactividad, ansiedad, problemas de concentración y mal humor, así como un aumento de la adrenalina e eczema. Puede ralentizar la hormona del creci-miento.

• Puede causar diabetes, dispepsia, adhesividad en las plaque-tas, gota, enfisema pulmonar, poliomielitis, epilepsia, Alzhei-mer, arteroesclerosis, dolor de cabeza, depresión, dispepsia, mareos, osteoporosis, migrañas, alergias, enfermedad cardio-vascular, enfermedad cardíaca isquémica, esclerosis múltiple, apendicitis, artritis, asma, cálculos biliares, candidiasis, hemo-rroides, varices, cálculos renales, desequilibrios hormonales.

• Contribuye al cáncer de mama, de ovario, de próstata, de ve-jiga, de pulmón y de recto, a la enfermedad de Crohn y a la colitis ulcerativa.

• Puede suprimir el sistema inmunitario.

• Puede alterar el balance de minerales del cuerpo.

• Puede causar un aumento significativo de peso y del nivel de triglicéridos y de colesterol.

• Contribuye a la disminución de las defensas contra las infec-ciones bacterianas.

• Causa pérdida de la elasticidad y función de los tejidos.

• Reduce las lipoproteínas de alta densidad.

• Contribuye a la deficiencia de cromo y de cobre e interfiere con la absorción de calcio y magnesio.

• Puede aumentar los niveles de azúcar en ayuno y las res-puestas insulínicas. Las dietas altas en azúcar aumentan consi-derablemente los niveles de insulina sérica.

• Puede debilitar la vista y causar miopía y cataratas.

• Eleva los niveles de los neurotransmisores dopamina, seroto-nina y norepinefrina.

• Puede acidificar la saliva y el tracto digestivo y ralentizar el paso de los alimentos para la digestión.

• En pacientes con enfermedad digestiva funcional, es frecuen-te la mala absorción del azúcar

•Puede causar envejecimiento y pérdida de colágeno en la piel.

• Puede causar caries y enfermedad periodontal.

• Puede causar cambios presentes con frecuencia en personas con úlceras gástricas o duodenales.

• Puede elevar la respuesta de insulina y glucosa en quienes utilizan anticonceptivos orales.

• Puede aumentar la presión sistólica.

• Puede interferir con la absorción de las proteínas y en la es-tructura de las mismas, y promover la elevación de las proteí-nas de baja densidad.

• Puede causar toxemia durante el embarazo.

• Puede dañar la estructura del ADN.

• Puede formar radicales libres en la sangre y suprime los lin-focitos.

• Disminuye la capacidad de funcionamiento de las enzimas.

• Puede causar pérdida de elasticidad de los tejidos y que los tendones sean más quebradizos.

• Puede causar una alteración permanente en la manera en que las proteínas actúan en el cuerpo.

• Puede aumentar el tamaño del hígado, al hacer que las célu-las hepáticas se dividan, y aumentar la cantidad de grasa en este.

• Puede aumentar el tamaño de los riñones y producir cambios patológicos en los mismos.

• Puede dañar el páncreas y estresarlo.

• Puede aumentar la retención de líquidos del cuerpo.

• Es el principal causante de constipación.

• Puede comprometer el recubrimiento de los capilares.

• Puede causar un aumento de las ondas delta, alfa y theta en el cerebro.

• En un test de tolerancia oral a la glucosa, el azúcar aumenta los niveles de azúcar, en comparación a la ingestión de car-bohidratos complejos.

• Aumenta la fermentación bacteriana en el colon

• Puede hacer que sea menos efectivo el funcionamiento de dos proteínas de la sangre, la albúmina y las lipoproteínas, lo que puede reducir la capacidad del cuerpo de procesar la grasa y el colesterol.

• Puede hacer que el hipotálamo se vuelva altamente sensible a una gran variedad de estímulos.

• Disminuye los micronutrientes antioxidantes.

• En adolescentes embarazadas, un consumo alto de azúcar es-tá asociado con el doble de riesgo de dar a luz antes de tiempo y a que el niño por debajo del peso normal.

• Aumenta la concentración de bilis en la materia fecal y de bacterias enzimáticas en el colon. Esto puede modificar la bilis de tal forma que produzca componentes cancerígenos y cáncer de colon.

• Se combina con la fosfatasa, una enzima, y la destruye, lo que hace que el proceso digestivo sea más dificultoso.

• Es una sustancia adictiva y puede intoxicar, igual que el al-cohol.

• Puede empeorar el síndrome post-menstrual.

• Afecta adversamente la composición de electrolitos de la ori-na.

• Puede ralentizar la capacidad de funcionamiento de las glán-dulas adrenales.

• Tiene el potencial de inducir procesos metabólicos anormales en una persona sana e inducir enfermedades degenerativas crónicas.

• Causa alta presión sanguínea en personas obesas.

• La alimentación intravenosa de agua azucarada puede cortar el suministro de oxígeno al cerebro.

• Aumenta el nivel de estradiol (la forma más potente de es-trógeno natural) en los hombres.

• Puede disminuir el nivel de vitamina E en sangre.

• Puede formar radicales libres en el torrente sanguíneo.

• Terapia Intensiva: limitar el azúcar salva vidas. Es la causa subyacente de todas las enfermedades.

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