El hilo de Ariadna

Una joven y un ovillo que hicieron historia

Texto: Carme García Gomila (médica y psicoanalista).

Ariadna es un personaje menor pero imprescindible en la lucha entre atenienses y cretenses. Cada nueve años, la ciudad de Atenas debía entregar al Rey Minos de Creta siete muchachos y siete doncellas para ser devorados por el Minotauro. Este macabro tributo era la compensación por la muerte del hijo de Minos, Androgeo, a manos de los atenienses. Sangre a cambio de sangre.

Cuando por tercera vez se tenía que pagar el tributo, Teseo, hijo de Egeo, rey de Atenas, se ofreció a ir a Creta acompañando a los jóvenes con la intención de matar al Minotauro. Pero no le bastaba con ser fuerte y tener la protección de Afrodita como había aconsejado el oráculo de Delfos, sino que para poder entrar y, sobre todo para poder salir del laberinto donde vivía el Minotauro, se necesitaba alguna ayuda más.

El mito de Ariadna

Ariadna era la hija de Minos y su esposa Pasifae, los reyes de Creta. Cuando Teseo llegó a Creta para desafiar al Minotauro, la joven se enamoró de él y le prometió ayudarle a matar a su hermanastro el Minotauro si le prometía llevarla con él a Atenas en calidad de esposa, para alejarla de su temible padre.

Dédalo había dado a Ariadna un ovillo de hilo y las instrucciones sobre como entrar y salir del Laberinto. Ariadna le entregó el ovillo a Teseo diciéndole que lo atara a la puerta de entrada del Laberinto y lo fuera devanando hasta llegar a lo más recóndito donde dormía el Minotauro, al que daría muerte cogiéndole por el cabello y sacrificándolo a Poseidón. Luego podría volver siguiendo el hilo, que iría enrollando y formando un nuevo ovillo. Así lo hizo Teseo.

Cuando Minos supo que había matado al Minotauro montó en cólera y Teseo tuvo que apresurarse en su huida acompañado de Ariadna. Pero ella nunca llegó Atenas, ya que Teseo la abandonó en la isla de Naxos mientras dormía en la playa.

Según parece por las diversas versiones del mito, el problema –como pasa en la vida– no estaba tanto en matar al Minotauro sino en no perderse en el Laberinto, y es por ello por lo que Ariadna tiene especial importancia en este mito. Un hilo, un simple hilo, permite no perderse en la oscuridad del Laberinto, acabar con el monstruo con relativa facilidad y volver a la luz.

¿Laberinto o laberintos?

El significado simbólico del laberinto tiene una riqueza difícil de abarcar, pero me referiré a dos de sus posibles significados. Por un lado, los recovecos del alma humana que encubren nuestro lado oscuro -tanto de agresión como de melancolía- y, por otro, los complejos entramados sociales que nos llevan a una escalada de destrucción e impotencia.

El laberinto en sí es un elemento mítico inquietante que sugiere el perderse, el quedarse solo, el deambular sin destino. Es un espacio infinito y cerrado a la vez, que despierta fuertes temores, ansiedades agorafóbicas de diluirse y desaparecer, ansiedades claustrofóbicas de quedar atrapado en vida y la ansiedad de ser devorado por nuestro propio monstruo. A pesar de que los jardines que albergan bonitos laberintos de un frondoso color verde nos resultan atractivos, cuando uno se imagina a solas en un laberinto ve un lugar lúgubre y oscuro, donde en cada recodo acechan temores y recuerdos y del que no podemos salir.

¿Qué es un hilo?

Lo primero que nos viene a la cabeza es la imagen de algo muy frágil, que da para poco. Pero si lo miramos bien, un hilo está hecho con numerosas fibras que unidas y torsionadas le confieren dos cualidades importantes: fuerza y flexibilidad.

A nivel simbólico, un ovillo de hilo es un pequeño objeto que si se desenrolla llega muy lejos. En su esencia está la mano de la hilandera, esa Moira que sabe de nuestras vidas al hilar todos los momentos y todo lo que los llena: sentimientos, sensaciones, deseos, fantasías y pensamientos y las acciones que estos intangibles nos permiten. Es a partir de la experiencia hilada, de nuestra experiencia convertida en conocimiento, que podemos afrontar los laberintos del día a día. Pero no basta con tener un hilo, este hilo tiene que ser ovillo.

El ovillo es lo que permitiría simbólicamente el buen uso del pensamiento. Supondría la diferencia entre la obsesión paralizante (que en sí ya es un estar perdido) y el pensamiento creativo. Un ovillo permitiría tejer relaciones, coser ideas, desarrollar planes, enlazar deseo y realidad. Un ovillo es hilo en orden para poder aprovechar su fuerza y su flexibilidad. La experiencia vital convertida en ovillo ayuda a no perderse y a dirigir el futuro; la experiencia vital desmadejada es caos que nos mantiene perdidos. Aquí reside el doble significado del ovillo. En el laberinto, el ovillo primero se devana y luego se recoge de nuevo, se aprende del camino y no es porque sí que Ariadna le da ese consejo a Teseo.

Ariadna

Ariadna representa y transmite el sentido común que nos ayuda en nuestro camino. Aquello que a veces ovilla nuestro hilo para evitar que nos perdamos, que atenúa nuestros miedos. Ariadna es nuestra capacidad de pensar, de protegernos, de no dejarnos llevar por la acción sin pensar en las consecuencias de todo lo que llevemos a cabo y en las de no hacer algo. Si bien el ovillo está revestido del poder de un dios, en realidad el ovillo de cualquier hilo hubiera servido para entrar y salir del laberinto usado de la forma indicada por Ariadnao. Pero, ¿quién hubiera hecho caso a una joven si hubiera dado este sabio consejo sin la bendición de Dédalo?

En esta historia, inicialmente quién despierta nuestro miedo es el Minotauro, que representando aquello externo a las que nos debemos enfrentar; pero el auténtico peligro es el Laberinto, es decir, los miedos internos que nos atenazan (al fracaso, a la soledad, a la pobreza, al qué dirán) y para hacer frente a estos miedos nada mejor que contar con una Ariadna y su ovillo. Ariadna es un amigo, un maestro, nuestra canción favorita, los recursos que aprendimos de quienes nos precedieron, la capacidad de reconocer errores… Pensar en nuestra propia experiencia, no precipitarse, no paralizarse, dejar de lado la soberbia de quererlo hacer todo uno mismo y buscar ayuda si es necesario para transitar sin perdernos por el espacio que nos separa de nuestro objetivo no es fácil, pero si se sabe que existe la posibilidad de hacerlo, se puede intentar.

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