El cultivo de flores comestibles

Aunque las plantas con flores comestibles podrían ser cultivadas con las mismas técnicas que cualquier planta de jardín, no hay que olvidar que la presencia de aceites esenciales y otros principios activos, así como la calidad y cantidad de néctar, sumados a la apariencia y vistosidad de la flor, provoca una especial atención en su cultivo: debemos tener en cuenta los condicionantes físicos, químicos e incluso astrales que rodean a las plantas desde el mismo momento de la plantación.

La calidad de una flor que va a servir para adornar o ser incluida en una receta se valora tanto por su presencia en el momento de utilizarla como por su tersura, aroma, color e integridad. Todos estos aspectos vienen determinados por unas buenas técnicas de cultivo y un momento adecuado de recolección.

Las etapas y factores que debemos tener en cuenta son:

La siembra

Algunas plantas necesitan que el periodo frío ya haya finalizado, mientras que otras crecen mejor en esa época, como por ejemplo los pensamientos. En cualquier caso, casi siempre se puede hacer coincidir con las lluvias de otoño o de primavera, que son las que normalmente determinan los periodos cálidos y fríos. Para favorecer igualmente una germinación vigorosa es recomendable hacerlo en luna menguante, dos o tres días antes de la luna llena.

La tierra de siembra ha de ser ligera (que no se encharque) y libre de materia orgánica en descomposición (estiércol). La siembra directa en el terreno es recomendable siempre que el terreno esté bien trabajado y aireado. En caso contrario, se recomienda utilizar un semillero.

El esquejado

A veces, debido a la dificultad de encontrar semillas o por tratarse de arbustos cuya floración ocurre sobre ramas añosas, es necesario recurrir al esquejado como método de propagación de las plantas. El esqueje consiste en una porción de una rama, generalmente del ápice y de una longitud no superior a 15 cm.

Para tallos semileñosos o trepadoras, los esquejes se cortarán desde mediados de julio hasta mediados de agosto, a ser posible en el último día de luna ascendente, y se plantarán inmediatamente en un medio de cultivo apropiado, ligero y con ausencia de materia orgánica. Al cabo de un par de meses ya pueden trasplantarse a su lugar definitivo.

Cuando se trate de tallos leñosos se cortarán en invierno, igualmente en luna ascendente, plantándolos unos días después en luna descendente tras haberlos conservado tapados en un lugar refrigerado. Al final del invierno se sacan del terreno y se plantan en el lugar definitivo.

La plantación

Tanto si las plantas vienen de un semillero, como de un terreno de esquejes, se plantarán en el terreno definitivo óptimo, que estará preparado de manera que conserve la humedad y se mantenga aireado. En la mayoría de los suelos, esto se consigue mediante un correcto laboreo, que consiste en mover la tierra y desmenuzarla lo suficiente como para conseguir la estructura antes indicada.

En suelos muy arenosos se puede corregir aplicando materia orgánica como mantillo, compost o humus y en suelos muy arcillosos, mediante la aplicación de arena y materia orgánica bien descompuesta. La plantación se deberá realizar por la tarde y a ser posible en luna creciente. Es necesario apretar bien la tierra y regar abundantemente para que la tierra penetre bien en los huecos junto a las raíces.

Los cuidados

Es muy importante mantener la tierra siempre húmeda, sin caer en el exceso: ha de estar esponjosa para favorecer un desarrollo óptimo de la planta. Para que la planta florezca en buenas condiciones, lo ideal es que tenga un sistema radical y una estructura aérea sana y vigorosa.

Hay que evitar las plagas, siempre que sea posible con medios naturales y siempre antes de la aparición de los botones florales. No se deben utilizar nunca productos químicos sistémicos. Observar permanentemente las plantas suele evitar la necesidad de aplicar productos fitosanitarios.

Utilizaremos compost y mantillos bien descompuestos, mezclados con humus de lombriz, que facilita la absorción de los elementos nutritivos por parte de las plantas. Evitad cualquier abonado rico en nitrógeno cuando el periodo de floración esté cercano, ya que puede influir negativamente en el desarrollo de las flores.

¿Sol o sombra? En aquellos lugares donde las temperaturas son muy altas y la humedad muy baja, no deberían cultivarse con exposición soleada las plantas cuyas flores se van a destinar al uso culinario, ya que presentarán poca turgencia y serán difíciles de conservar. En estos casos se puede minimizar el efecto negativo de las altas temperaturas manteniendo el terreno siempre húmedo.

En general, las plantas cultivadas al sol presentan néctares más concentrados que las plantas cultivadas a la sombra.

La recolección

Las flores comestibles se han de recolectar en el momento justo en el que presentan la mayor cantidad de compuestos volátiles, porque definirán el sabor que darán a los platos.

La duración de la floración es muy variable. Algunas apenas duran unas horas, como la flor del cactus o el azafrán, y otras varias semanas, como las orquídeas; pero en la mayoría de los casos apenas duran un par de días, lo suficiente como para desarrollar sus estructuras destinadas a la reproducción. Esto nos puede dar una idea del momento de recolección, que coincidirá generalmente con el pleno desarrollo del androceo (los estambres). En este momento, la flor hace el máximo esfuerzo para atraer a los polinizadores: apertura total de la flor, nectarios repletos… Y siempre a primera hora de la mañana (cuando el sol aún no ha evaporado el agua de los tejidos florales).

Recordad que la flor es una estructura muy delicada. Es recomendable conservarla muy bien tras la recolección y consumirla lo antes posible.

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