Depurar (o purgar) el hígado

Textos: Patricia Restrepo

Directora del Instituto Macrobiótico de España y consultora macrobiótica

“La vejez es cuando las manchas del hígado aparecen a través de sus guantes”

Phyllis Diller

Equilibrar el mayor órgano del cuerpo… ¿en un instante?

En todos estos años dedicada a la difusión y trasmisión de un estilo de vida respetuoso con el medio ambiente –entendiendo que el medio ambiente más próximo que tenemos es nuestro propio cuerpo–, he visto cómo de manera recurrente hay un afán por depurar y limpiar el hígado.

En esta búsqueda se publicitan limpiezas hepáticas definitivas en 8 o 3 días, mezclas milagrosas y toda suerte de elixires. Aún así, desde mi experiencia, una disfunción hepática o un problema que ha tardado muchos años en gestarse, requiere de un tiempo y una dedicación para restablecer la sanación.

Cuando nos encontramos con un desequilibrio o un mal funcionamiento en el hígado, es la consecuencia de unos hábitos inadecuados y un estilo de vida desequilibrado mantenido en el tiempo por muchos años. Y obviamente no transformamos nuestros hábitos de vida en una semana, ni sanamos el deterioro de un hígado en 3 días.

Lo que se propone generalmente es una purga del hígado, que es muy diferente a una depuración y reconstitución del hígado. En la purga se fuerza al órgano a reaccionar, por lo que al final acaba debilitándolo.

Otro aspecto remarcable es que normalmente se habla del hígado o de cualquier otro órgano como si se hablara de un elemento ajeno o extraño. No sabemos muy bien en qué parte del cuerpo está, cual es su tamaño y su función biológica y energética. En un tiempo donde se vive bajo la información bulímica, sabemos de todo y no sabemos de nada, y qué menos que saber de nuestro fiel acompañante “el cuerpo”

Un poco de información sobre el hígado

Es el órgano que más calor acumula, de ahí que cuando estemos irritados o enfadados o muy encolerizados —emociones que se asocian al hígado—, percibimos una ola de calor y nuestro rostro se enrojece.

Es también el órgano que más pesa en el organismo, entre 1,4 y 1,6 kilos. En un adulto sano, el hígado puede medir 26 cm de ancho, 15 cm de alto y 9 cm de espesor. Está ubicado debajo del diafragma hacia el costado derecho.

En la medicina clásica China se le conoce como el General, tiene múltiples funciones, limpia la sangre de desechos y toxinas, tanto las toxinas endógenas que produce el propio cuerpo como las exógenas, procedentes del medio ambiente externo. Y ahí hay un sinfín de tóxicos, como los aditivos químicos en la comida, pero también los químicos de todos los productos que utilizamos, para la limpieza, personal y de aseo de la casa, construcción, cosmética y un larguísimo etc.

Otra función no menos importante es la de metabolizar nutrientes y producir sustancias necesarias para el buen funcionamiento orgánico, como la bilirrubina, la proteína de la coagulación sanguínea y la tan escasa actualmente vitamina D.

A propósito de la vitamina D: una de las razones por las que las personas hoy en día tienen los niveles de esta vitamina tan bajos y en estado carencial, se debe al mal estado del hígado, saturado de químicos, medicamentos y grasas de mala calidad. Y eso por no mencionar el abuso de alimentos cárnicos, lácteos y, por supuesto, el estrés informático del que somos presa.

Filtra un litro de sangre por minuto

El hígado también contribuye a la buena digestión de las grasas, produce y secreta bilis, almacena energía en forma de glucógeno para convertirla en glucosa y utilizarla en momentos emergentes.

En su función de filtrado, filtra un litro de sangre por minuto, deshaciéndose de bacterias, inmunocomplejos, hormonas y otras sustancias tóxicas con una efectividad de limpieza del casi 100%

Para la síntesis de la bilis fabrica más de 1 litro al día, atrapando así el colesterol, sub productos de la hemoglobina y el calcio sobrante que después transporta al intestino.

Gracias al consumo de fibra en la dieta, la bilis es excretada a través de la materia fecal. Cuando en la dieta no hay suficiente fibra se puede producir la reabsorción intestinal de bilis que pasa de nuevo a la sangre, contaminándola con los desechos que transporta, como el colesterol. De ahí una de las razones por la que es tan importante el consumo regular de fibra.

Y por último, y no menos fascinante, se encuentra el proceso de desintoxicación enzimático, donde el hígado combina las toxinas con diversas enzimas que él mismo fabrica o con determinados nutrientes, transformándolas y neutralizándolas para que posteriormente se puedan eliminar por la orina (¡benditos riñones!).

¿Cómo lo hace?

Este proceso consta de dos fases:

  • Fase 1: Citocromo P450. La mayoría de las toxinas se caracterizan por ser liposolubles (solubles en grasa), por lo que no pueden ser eliminadas a través de la orina. En esta fase el hígado trata de transformar las toxinas liposolubles en hidrosolubles (solubles en agua). Para ello las combina con un grupo de 50 a 100 enzimas que fabrica él mismo. Si no logra esa transformación, intenta convertirlas en formas químicas más fáciles de metabolizar por la fase 2.

Algunas de las toxinas que el hígado trata de eliminar en esta fase son cafeína, histamina, hormonas, benzopireno (un carcinógeno que se genera al asar la carne con carbón), anilinas (colorantes amarillos), insecticidas y ácido araquidónico (un residuo de las grasas poliinsaturadas omega 6).

En los procesos del citocromo P450 se generan radicales libres, moléculas muy reactivas que dañan al propio hígado, especialmente si el cuerpo está muy intoxicado o hay carencia de los antioxidantes necesarios para neutralizar los radicales libres.

Algunos de los antioxidantes que protegen al hígado en esta fase y facilitan su trabajo de desintoxicación son el Magnesio, Selenio, Zinc, Vitaminas C, B3, B2, B6, glutatión, metionina y cisteína, que podemos encontrar en diferentes alimentos.

  • Fase 2: Conjugación. En esta fase el hígado genera compuestos que se unen a las toxinas, neutralizándolas o favoreciendo su eliminación vía orina o bilis. En la fase 2 el hígado trata de eliminar, entre otros, los tóxicos paracetamol, nicotina, organofosforados, insecticidas, carcinógenos, metales pesados, colorantes de anilina, anticoagulantes, sulfitos, aspirina, estrógenos, dopamina (neurotransmisor), epinefrina (hormona suprarrenal), histamina, algunos fármacos contra el cáncer, sulfamidas (antibióticos), morfina…

Para asegurar el correcto funcionamiento de la fase 2 se necesita tener asegurada la producción o el aporte a través de la alimentación o suplementación, de los siguientes nutrientes: glutatión, metionina, cisteína, taurina, aminoácidos de calidad, colina, vitaminas C, B5, B6, B9 (ácido fólico) y B12, selenio y molibdeno.

Al igual que el resto de los órganos, el hígado tiene la capacidad de funcionar de manera óptima a través de una dieta inteligente, especifica y saludable, generándonos salud y bienestar. Si lo ignoramos es susceptible de desarrollar disfunciones leves o incluso graves y degenerativas como hepatitis, cirrosis, hígado graso, etc. La sangre limpia es una garantía de salud.

Hígado graso

El principio de muchas disfunciones hepáticas, comienzan con un hígado graso, que es sinónimo de un hígado enfermo y sucio. En esta afección se acumula una cantidad excesiva de grasa en el hígado, originada en una dieta muy grasa, exceso de carbohidratos simples, obesidad, alcohol, y como consecuencia secundaria de la diabetes y otras disfunciones.

El hígado graso es una disfunción silenciosa que no genera síntomas en su fase inicial, pero en la medida que se va cronificando, genera fatiga, dolor abdominal, y sensación de plenitud y si no se detecta o trata a tiempo, puede degenerar en condiciones más graves, potencialmente mortales o dejar cicatrices permanentes en el hígado.

En este sentido hay una relación directa con la grasa o neumático abdominal, que podría derivar en enfermedades cardiovasculares, por esto una de las pistas es medir el perímetro de la cintura que en hombres no debería superar los 108 cm y en las mujeres 88 cm.

Cuando en consulta detecto un hígado graso, la primera recomendación es dejar el consumo del alcohol, café, azúcar, alimentos grasos y todo lo mencionado previamente, así como llevar a cabo ejercicio regular no exagerado, dieta especifica, tratamientos complementarios y en casos extremos cirugía.

Depurar el hígado en primavera… y después

Tenemos muchas razones para depurar el hígado, incluso si no eres consciente de tener una fragilidad hepática, pues es la gran central de transformación del cuerpo, que procesa prácticamente todas las sustancias y nutrientes que viajan por la sangre, facilitando su asimilación.

Además, es como una gran depuradora que constantemente limpia la sangre, filtrando los tóxicos y desechos y haciéndolos aptos para su eliminación. Pero claro, esta depuradora acaba ensuciándose con los propios desechos que elimina, por lo que cada cierto tiempo hay que limpiarla, para que pueda seguir cumpliendo con su función. Lo haces con tu coche, haciendo la limpieza y cambio de filtros.

Un hígado limpio es un hígado sano, y quizá uno de los secretos de la eterna juventud.

Limpiar el hígado no pasa por hacer una dieta temporal, requiere un cambio de hábitos nutricionales de estilo de vida, que apoyen y potencien su función al mismo tiempo que lo depuran.

La primavera es el momento idóneo para empezar hacer una limpieza hepática, ya las sabias enseñanzas de la medicina clásica China recogidas en el gran libro del emperador amarillo Huangdi Neijing, asociaron la entrada de la primavera con la resonancia en el hígado, vesícula biliar, ojos y demás órganos asociados. También con el sabor ácido, y cuando el hígado está en equilibrio se asocia con la perseverancia, constancia, visión de futuro, paciencia y en desequilibrio con la cólera, el enfado, la rabia.

Y es que con la entrada de la primavera, como todo ser vivo de este planeta vegetal o animal, el hígado despierta del letargo invernal gracias al incremento de horas de luz diurna, que aumenta la intensidad y eficacia de sus funciones.

El hígado de un ser humano es su carburador”

La depuración del hígado es tan sencilla como consumir alimentos reguladores que de forma natural liberen este órgano de realizar un trabajo extra depurando toxinas de más y sobrecargándolo.

Energéticamente, la energía del hígado sube por la parte derecha, razón por la que su posición es un poco más alta en el cuerpo con respecto a los otros órganos centrales, y cuando esta energía fluye sin obstáculos además de nutrir el corazón genera una actitud de apertura, proyección de futuro, confianza, incluso una actitud más atlética y vigorosa y se goza de un aspecto jovial aunque la persona sea muy mayor.

Al hígado en concreto le perjudican dos tipos de alimentos, los que lo tensan y sobrecargan y los que lo debilitan e inflaman, como veremos el mes que viene.

En el próximo número:

«Alimentos perjudiciales y alimentos beneficiosos para el hígado» (con recetas).

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