Dátiles, dulzura poderosa

La palmera hembra (Phoenix dactylífera) es un árbol alto (de hasta 20 m) que  nos regala el incomparable fruto del dátil que cuelga en grandes racimos, hasta doce, con 10-12 kg. de frutos cada uno.

Esta palmera datilera se ha desarrollado en la zona formada por las secas y cálidas regiones que se extienden desde las islas Canarias hasta las orillas del río Éufrates. Gracias a antiguos manuscritos sabemos que había verdaderos bosques de palmeras en Babilonia, Arabia, Egipto y Libia.

Los dátiles ayudan a resistir grandes distancias en los países árabes y a cubrir las necesidades nutritivas, especialmente las de los más pobres. Una porción de dátiles, una galleta de cebada y una pequeña cantidad de leche de camella, bastan para mantener un gran vigor y vitalidad.

El árbol crece junto a los desiertos, pero necesita un mínimo de humedad (en especial a través de las lluvias). En amplias zonas al norte de la costa mediterránea es más bien un árbol de adorno, ya que no llega a madurar del todo. Sin embargo sí que se desarrolla bien en Elche (Alicante).

Miel y harina. Con la pulpa del dátil también se prepara en los países árabes un extracto que llaman «miel de dátiles», con propiedades análogas a la miel de abeja y puede sustituir la mantequilla y el azúcar. Otra forma de lograr dicha miel es poniendo al sol algunos dátiles muy jugosos.

Como alimento de fácil transporte, se reduce a polvo la carne de dátiles expuestos al sol y se elabora una harina que los pueblos nómadas llevan consigo en sus viajes por el desierto. En algunos días del año el dátil se convierte en una golosina, junto con los turrones y otros dulces.

Endulzante natural. Conviene vigilar la información nutricional y composición antes de comprarlos, ya que su elevado contenido en azúcar natural permite que no se tenga que añadir ningún aditivo (y mucho menos grasas ni azúcares).

El dátil es alcalino, con un 61% de sales básicas. Los dátiles frescos contienen casi un 50% de carbohidratos. Su azúcar, cuando está maduro, está normalmente en estado de glucosa, levulosa y fructosa, siendo más sano y nutritivo que el azúcar industrial.

Es un alimento sumamente energético y calórico, que se digiere bien gracias a la vitamina B. Su riqueza proteica supera, por ejemplo, la de la leche materna. El dátil remineraliza, es un buen tónico muscular y nervioso y contribuye a prevenir el envejecimiento y un sinfín de enfermedades. Es rico en magnesio (300 mg, las necesidades diarias son 250 mg).

Dátiles gigantes. Recientemente tienen un gran éxito los dátiles gigantes Medjoul. Son más caros, pero son de gran calidad y se convierten en una auténtica golosina natural de la que no conviene abusar.

Mención aparte para los dátiles Sukkari (khajoor), de alta calidad. Proceden sobre todo de Al Kassim (Arabia Saudí) y se comen solos, o en repostería, o con pan de molde (maamoul).

Otros dátiles muy apreciados por su dulzor son los tunecinos.

Algunas indicaciones de los dátiles. Las vitaminas A y D que contienen, además de favorecer el crecimiento, poseen propiedades antiinfecciosas y facilitan la fijación de calcio. Y las vitaminas B1 y B2 son antineuríticas.

  • Con fruta jugosa, dátiles y pan tendremos en invierno un excelente desayuno.
  • En épocas de crecimiento, convalecencias y embarazo (es rico en calcio, fósforo, hierro…)
  • En caso de anemia, cansancio físico e intelectual (100 g. de dátiles satisfacen las necesidades diarias de hierro).
  • Entrenamiento deportivo (son ideales para el alpinismo, montañismo y deportes que requieran alimentos muy energéticos que pesen poco (por su riqueza en calcio, fósforo…)
  • Desmineralizaciones en general.

El dátil como medicamento. Puede ser muy útil en enfermedades intestinales y gástricas con inapetencia, en alteraciones funcionales del hígado y en trastornos de las células hepáticas, en las anemias y en caso de estreñimiento, por su riqueza en fibra y celulosa).

El caldo resultante de su decocción es eficaz contra la tos. La misma acción tienen las pasas de higos y uvas, que también son frutas pectorales. Pueden asociarse las tres, procurando que el caldo resultante no sea muy concentrado (unos 60 g en total de las tres frutas para medio litro de agua hervida).

Con los dátiles sin hueso y triturados en un mortero y a los que se añade agua, se obtiene un jarabe con parecidas virtudes que la decocción anterior.

Para ablandar la tos y combatir los catarros de vías respiratorias, se recomienda hervirlos con leche y comerlos acompañados de una taza bien caliente de la misma leche en que han sido hervidos.

Precauciones. Al ser el dátil un alimento muy azucarado, siempre debe ser convenientemente masticado y ensalivado. No es recomendable su uso en caso de diabetes, obesidad, enfermedades gástricas con excesiva secreción de ácido clorhídrico y en casos de litiasis renal cálcica.

Dátiles rellenos. Se quita el hueso de los dátiles y se rellenan con una pasta hecha con miel y harina de semilla de sésamo.

COMPOSICIÓN. Valor nutritivo de 100 g. de dátiles secos

– Valor calórico: 303 k/cal.
– Proteínas: 1,8 g.
– Carbohidratos: 72,2 g.
– Sales minerales: 1,52 g.
– Vitaminas: A, D, B 1, B2, C.
– Minerales: fósforo (50 mg), calcio (71 mg.), hierro (4-5 mg), magnesio (63 mg).

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