Alimentación para reforzar tu sistema inmunitario

Potenciar las defensas de forma sana y natural

Alimentación para reforzar tu sistema inmunitario

Más allá de los medicamentos farmacéuticos, existen muchas otras opciones para reforzar nuestro sistema inmunitario de forma natural. La primera, y más evidente, es la alimentación, siguiendo una dieta vegetariana o plant based y con la elección de alimentos prebióticos y probióticos.

Textos: Jaume Rosselló

Pero hay muchas más: el ayuno intermitente (o la restricción calórica), la práctica del yoga y estiramientos u otras actividades que pongan al cuerpo en movimiento; también la relajación y un buen cuidado del sueño. Las prácticas potenciadoras de nuestras defensas son más amplias y variadas de lo que podría parecer. He escrito un libro (ver pág. 96) para explicar algunas.

En casa… y en el colegio

En mi familia somos naturistas. Seguimos el criterio de nuestros padres en lo referente a la salud y modo de vida. Desde siempre venimos practicando todos los recursos que la medicina natural nos ofrece para desarrollar un sistema inmunitario eficaz, alejado de los fármacos, de la química de síntesis, y de las inoculaciones conocidas como «vacunas». Eso incluye también la alimentación, que es de tipo vegetariano, lo que hoy conocemos como «plant based». Se trata de un estilo de vida que ofrece no pocas ventajas: nuestras visitas a la farmacia son rarísimas.

Hace unos meses –en pleno terrorismo mediático para promocionar las «pandemia» y aquellas inoculaciones llamadas «vacunas»–, el director del colegio de mi hijo me telefoneó para anunciar que el chico debería quedarse en casa «porque no estaba inmunizado» (porque no estaba vacunado, quería decir).

Me quedé estupefacto. ¿Qué podía decirle? Que se fijase en mi hijo, que estaba a su lado: llevaba una camiseta de manga corta en pleno invierno y, evidentemente, no padecía enfermedad alguna. Mi hijo disfruta de una inmejorable inmunidad natural y ni los populares test covid –de muy dudosa eficacia– habían puesto en cuestión su buena salud. Sin embargo, el entrañable director tenía que seguir las consignas y normas marcadas por el sistema sanitario convencional («si no está vacunado, no está inmunizado»: un error garrafal).

No hubo otro remedio que seguir aquella obligación inútil.

Gracias a mi trabajo en Integral, en los últimos dos años hemos podido recibir ¡a diario! y a lo largo de tantos meses de bombardeo mediático, abundante información sobre lo que realmente ha ocurrido y está ocurriendo en materia de inmunidad (y el «Nuevo Orden Mundial que pretenden imponernos). Aquella disidencia inicial ante las versiones oficiales sobre virus, pandemias y remedios –y las soluciones que se han elegido como remedio– se ha convertido en una profunda indignación.

Una ciencia que auto prohíbe ser cuestionada

Entonces escribí: «Son tantas las mentiras, medias verdades y confusión que el poder nos ha venido ofreciendo para justificar lo injustificable, que cualquier persona sensata se preguntará hacia dónde pretenden conducirnos con su actual modelo sanitario y obsesión vacunalista-farmacológica. ¿Tres dosis? ¿cuatro dosis? ¿Algo que decir, cuando llegue la inútil vacunación 17? ¿O la vacunación 29?».

Existen estudios y abundante información sobre los virus y la inmunidad –realizados por médicos, biólogos y terapeutas independientes– que contradicen, de forma muy sólida, la versión oficial de lo ocurrido. Ahora bien, no es posible cuestionar las «informaciones» oficiales (propaganda, en realidad), ya que en los medios de comunicación –y prácticamente en ninguna parte– se admite debate alguno.

Por primera vez la ciencia no se somete a ser cuestionada (detrás tienen a los del puro, a los bancos y al gran capital, a los jueces y los que hacen cumplir la normativa a la fuerza). También tienen un relato. Lo único que no tienen es la razón.

Los vacunalistas zanjan el asunto tildando, a quienes osen contradecirles, de

Naturalmente, ser disidentes no significa ser terraplanistas. Ser negacionistas* –negar las mentiras de la salidad oficial– no nos convierte en conspiranoicos, como pretenden. Sería tanto como calificar de tragacionistas a la inmensa mayoría que ha creído a pie juntillas lo que nos han ido contando.

Todo eso nos ha ido acercando todavía más a las propuestas de salud de los médicos y terapeutas naturistas.

La buena medicina

Una apresurada reflexión sobre los extraordinarios avances científicos de las últimas décadas no debería cegarnos ante el enfoque sanitario-terapéutico que hoy padecemos, ya que la actividad médica ideal debería quedar reservada a resolver traumatismos o patologías severas.

El resto, los miles de fármacos que se nos ofrecen, están más relacionados con apagar o enmascarar los síntomas de la enfermedad –y con el negocio, desde luego–, que con la verdadera salud. Por eso debería sustituirse en gran parte por una «educación para la salud».

De ahí la importancia de fortalecer nuestra inmunidad natural, las defensas naturales del organismo. Por eso escribimos un libro sencillo y práctico, que pueda dar pistas de esas inquietudes. Como en la revista, os animamos a seguir un estilo de vida que abra la vía hacia la verdadera inmunidad natural y el auténtico fortalecimiento de las defensas del organismo. El premio, como decía al principio, está garantizado: una vida larga y tranquila, con buena salud y bienestar.

Recursos naturales

El poder curativo de la energía vital

¿Por dónde empezar? No podemos poner todo el contenido del libro en estas pocas páginas, pero sí recordar que cada persona posee una fuerza, que conocemos como «energía vital» y que nos mantiene vivos y sanos. Se dice que su naturaleza es comparable «a la cuerda del reloj que lo mantiene en funcionamiento».

Es la fuerza que constituye cada organismo en cada ser humano, de tal manera que siempre tiende a defender la propia vida y a mantener su salud. Por eso decimos que es la naturaleza –o la energía vital– la que cura, la que restablece la normalidad funcional del organismo. La «salud».

Todo está previsto para que podamos disfrutar de la vida con salud y para que aprendamos a considerar la enfermedad desde otro punto de vista, es decir, como una lógica reacción natural del propio organismo para mantener la salud, ese difícil equilibrio.

El restablecimiento de la normalidad funcional del organismo enfermo, es decir, la vuelta a su salud, es, por tanto, obra exclusiva de la propia fuerza vital que, en grado variable, posee cada persona.

No existe fármaco alguno (o recurso extraño al organismo afectado por alguna dolencia) que sea capaz de actuar en sustitución de la energía vital. Por eso existen remedios para toda clase de enfermedades… ¡pero no para tener salud!

Secretos de las personas que nunca enferman

En el 2009, Gene Stone, un reconocido escritor norteamericano, se propuso descubrir si había alguna manera de evitar ponerse enfermo. El resultado de sus pesquisas se convirtió en un libro best seller, cuyo título homenajeamos. Stone se dio cuenta de que, junto a una predisposición genética y una alimentación vegetariana, aparecía una serie de pequeños trucos, todos ellos aparentemente modestos, pero importantes:

  • El equilibrio entre acidez y alcalinidad ● las plantas medicinales ● vitaminas, minerales y oligoelementos ● la siesta ● los probióticos ● el yoga y los estiramientos ● evitar los gérmenes ● la hidroterapia ● cuidar la amistad ● la calma interior. Todo ello junto con cierto protagonismo de algunos alimentos, como el limón, el ajo o la levadura de cerveza. También se encontró con prácticas de mayor calado, como la desintoxicación y la restricción calórica, como vemos en el libro. Podemos resumir todavía más las investigaciones de Stone con esta frase: «lo que comemos influye poderosamente en nuestra salud y es decisivo para nuestro sistema inmunitario».

Un estilo de vida para la salud y el fortalecimiento del sistema inmunitario

Junto con los temas de alimentación, el libro contiene terapias con medicina natural, que ofrecen la ventaja de que con ellas no aparecerán efectos secundarios nocivos. Además nos acercan a la naturaleza y nos convierten en protagonistas de nuestra propia salud. Y también está su coste, que es irrisorio (cercano a cero euros).

Al no disimular ni enmascarar los síntomas de las enfermedades puede decirse que, a diferencia de la gran mayoría de fármacos, «realmente curan», y son un tesoro para nuestras defensas, porque potencian la vitalidad del organismo y su capacidad de recuperación (vis medicatrix naturae) sin perjudicarlo.

Sólo tienen un inconveniente: requieren un poco más de tiempo y de dedicación.

¿Por qué no las recomienda mi médico?

Se comprende enseguida que dentro del actual sistema sanitario no exista el más mínimo interés en recomendarlas ni investigarlas. Que las personas se curen y vivan sanas no es negocio.

La sociedad ha quedado atrapada en un mundo antinatural, en el que los logros –cuando se dan–, dependen cada vez más de complejas tecnologías y de protocolos en donde los fármacos –que sí presentan efectos secundarios nocivos– son los protagonistas.

Los intereses en el sistema sanitario promueven además, como decimos, un laberinto de protocolos que obliga a los médicos a ejercer su labor de forma mecánica, con el abandono del juramento hipocrático, el famoso «primum non nocere». Es muy ingenuo pensar que en una situación sanitaria así no exista corrupción, como algunos médicos se atreven por fin a denunciar. Por eso vivimos un gran interés en todas partes por las prácticas de la medicina natural y sus aplicaciones.

Además de los temas de alimentación, el libro contiene una serie de recursos terapéuticos de eficacia probada, basados todos ellos en algo tan sencillo como la fuerza curativa de la naturaleza. No podemos hacer que quepa todo el libro en estas cuatro páginas, así que, puestos a elegir, hemos optado por recordaros un clásico.

El limón, un auténtico botiquín casero y de viaje

Recordaremos muy brevemente que un simple limón (Citrus limón) es capaz de los mayores portentos curativos, tanto si lo usamos como alimento o como planta medicinal. En uso externo, por ejemplo en un corte o herida, sustituye con ventaja al alcohol como desinfectante –y además cicatriza con gran facilidad.

El limón se usa terapéuticamente desde hace 4.000 años y todavía hoy en día la industria farmacéutica lo utiliza para elaborar infinidad de medicamentos. Es muy eficaz en caso de hemorragias, de alteraciones vasculares diabéticas o de hipertensión. Es un increíble antiséptico y un excelente expectorante que se puede emplear en forma de gárgaras para aliviar faringitis o irritaciones de la garganta.

  • Inmunidad natural. Se conocen más de doscientas propiedades de limón. Entre ellas, la de ser un activador excelente del sistema inmunitario. n Inflamación. El jugo de limón reduce la inflamación y, gracias a la alcalización que produce en el organismo, ayuda al paciente a defenderse rápidamente sin perjudicar el cuerpo en lo más mínimo; sólo ataca al mal.
  • También es el amigo más eficaz de la garganta: desinfecta y tonifica las mucosas. El limón cura todo tipo de resfriados de nariz, de cabeza, de garganta y de cuello. Y resulta una auténtica panacea contra la gripe, sobre todo para prevenirla. «Tómese el jugo en grandes dosis. Trate de sudar copiosamente, procure tomar más limón y la gripe no será nada», afirman los naturistas.

Hoy, aunque nos quieran hacer creer lo contrario, los tratamientos naturistas clásicos contra la gripe, incluido el limón, son también uno de los recursos básicos en caso de virus Covid-19 (tanto para evitarlo como para tratarlo). No en vano se trata de una enfermedad que podemos considerar como una gripe, más o menos fuerte.

  • En uso externo, el limón es el cicatrizante natural por excelencia; por ejemplo para corregir las grietas de los labios o de los pechos. Y también, como decimos, es el antiséptico y cicatrizante ideal para toda clase de heridas. El mejor botiquín en casa o de viaje es… un limón.
  • Es un poderoso depurativo: purifica la sangre en un plazo de tiempo muy breve si se ayuda de una dieta vegetariana racional.
  • Las semillas del limón contienen, además de vitamina C, un auténtico antibiótico natural. El aceite de cáscara de limón, el limoneno, posee una acción antioxidante, antiinflamatoria y antitumoral, en especial en dosis altas.
  • Es también un poderosísimo antiséptico y un agente astringente, desinfectante, cicatrizante y coagulante. Tonifica el organismo, elimina las toxinas, purifica la sangre, reduce y elimina los cálculos, intensifica las defensas del organismo, reduce la fiebre, evita las hemorragias intestinales y las hemorroides, regenera y limpia las paredes del estómago y normaliza las palpitaciones del corazón.
  • El limón previene y cura las afecciones de garganta, desinfectando y tonificando las mucosas.
  • El zumo de limón fresco y recién hecho actúa contra la gripe, la neumonía y la diarrea.
  • A pesar de sus extraordinarios beneficios no hay que abusar del limón, porque tomado en grandes dosis puede causar una eliminación no deseada de minerales e irritar las mucosas.
  • Una persona sana no debería tomar más de un limón al día (mezclado o no con agua). Es preferible beberlo con una pajita, para evitar que desgaste el esmalte dental.

* Para más información sobre estas cuestiones, recomendamos la lectura de «Pandemia y posverdad» y «Técnica y totalitarismo», dos libros del filósofo y antiguo coordinador de Integral Jordi Pigem, publicados por Ed. Fragmenta.

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