Afrodita: la belleza en bruto (I)

En una de las versiones sobre su nacimiento y la más común, Afrodita surgió de la espuma (aphros, en griego) que se originó cuando Cronos arrojó al mar los genitales mutilados de Urano, su padre. Se trataría de Afrodita Urania. Otra advocación y otro origen es el de Afrodita Pandemos, la común a todo el pueblo, hija de Zeus y Dione. En el primer origen, Afrodita no tuvo infancia: en todas las imágenes y referencias nació adulta, núbil e infinitamente deseable. Todos recordamos la impactante imagen del nacimiento de Venus (nombre romano de Afrodita) que pintó Botticelli. Venus saliendo del mar dentro de una concha, desnuda, bella… sola. Y entre que nació de la castración de su padre y que no tuvo madre, ya se ve que Afrodita algunas dificultades debió tener o causar.

CARME GARCIA GOMILA (Médica y psicoanalista)

Bella, pero no tanto

Afrodita era la diosa del amor, concretamente del amor carnal y sexual. La belleza era una de sus características, y la libertad con la que vivía su sexualidad, muy a la griega, sólo podía ser parecida a la de promiscuo Zeus. Además, participó en muchos episodios de la mitología. En artículos anteriores hemos visto que era madre de Eros (ver Integral 515), que se emparejó con Hermes (503) y parió a Hermafrodito y que era la esposa del olímpico y deforme Hefesto (520) a quien ponía los cuernos, entre otros, con el guerrero dios Ares (523).

En muchos de los mitos menores tardíos en los que participa se la presenta vanidosa, caprichosa, malhumorada y susceptible. En el mito de Psique y Eros, Afrodita envidiaba la belleza de Psique (Integral 514), por lo que castigó a la joven de diversas formas. Convirtió a la estatua Galatea en mujer para premiar a Pigmalión (503, 504) por su amor. Y esto sin citar que precipitó la guerra de Troya al ofrecer a Helena de Esparta a Paris, quien la raptó al verse abrumado por el deseo de poseerla, lo que claramente corresponde a la esfera de Afrodita.

Así pues, Afrodita caprichosa y bella, era en realidad una cortesana, apasionada pero castigadora, burleta y vengativa, no al estilo de Hera la esposa de Zeus, sino de forma más banal y jocosa, aunque no menos peligrosa. Así pues, Afrodita, diosa del amor, era bella, muy bella por fuera, pero sus sentimientos eran bastante sórdidos. Competitiva y soberbia, basaba su valor en la belleza física y el poder que esta le proporcionaba sobre otros dioses y sobre los humanos, la misma belleza que usaba para ocultar sus carencias más profundas. Un personaje que encajaría a la perfección en la prensa rosa y sus equivalentes televisivos.

Todo por un like

En realidad, la libre y libertina Afrodita vivía presa en su propia belleza. Como si fuera la madrastra de Blancanieves quería ser la más bella, de eso dependía su seguridad. De esto y de ser la más deseada, así no paraba en amoríos y rivalidades. Esta forma de existir a base de gustar me hace pensar en la tiranía de las redes sociales en las que niñas de 10 o 12 años, muestran con gran profesionalidad como maquillarse para ser guapas y parecer mayores. Tampoco los muchachos se libran de esta tiranía de la estética, aunque tome más la forma de pasar horas en el gimnasio. En ambos casos, se trata de dejar atrás precozmente la infancia, como Afrodita, que no la tuvo. Más adelante vendrá el relato de las experiencias sexuales. Así, la libertad sólo lo parece, el mandato de ser el más o la más deseada, el que más o la que más liga, quién tiene más relaciones es una tiranía que genera frustración y vacío. Rivalidades, pequeñas venganzas y un querer estar en todas partes y con todos.

Si a la belleza no se le une alguna de las cualidades de otros dioses, mal vamos. Hefesto era feísimo, pero era un ingenioso constructor y artesano que a todos ayudaba, o Zeus tenía el don de la magnanimidad, o la virginal Atenea que era fría, pero tenía inteligencia y sabiduría. El don más preciado de Afrodita era la belleza y la fuerza del amor carnal, pero tenía pocos atributos para canalizarlas.

De hecho, esta diosa necesitaría no dos, sino varios capítulos para contar su prolija vida amorosa. Parejas e hijos por todo el territorio griego, con dioses y mortales. Aquí se mostraban las dificultades de su complejo origen, de sus inseguridades, pero también representa que la fuerza del amor, de la sexualidad está presente en todo lo humano. Por eso era adorada en muchos altares y templos y gozaba de gran popularidad entre el pueblo. Así, Afrodita Pandemos, podría ser cualquiera de las princesas de pueblo que actualmente atraen la atención de tanta gente. ¿Quién no quisiera ser la bella y deseada Afrodita?¿O su deseado amante Adonis? Algo más tendremos que ver en el próximo número. Algo más que tendrá que ver con el deseo y la sexualidad humana.

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