Acompañamiento familiar sistémico. Sanar el pasado para liberarse al futuro.

¿Qué es la mirada familiar sistémica?

La terapia familiar sistémica es un enfoque terapéutico que, como enfoque global e integral, considera a la persona no como alguien aislado, sino en conexión con su sistema familiar de origen, más allá de tener conocimiento de este o no.

Esa conexión imperceptible se produce por el vínculo sanguíneo. Nos es muy fácil reconocer herencias físicas de nuestros antepasados, como el color de los ojos o una complexión corporal, e incluso un carácter marcado. Frases como «tiene los ojos de su abuela» o «es tan tozudo como el tío-abuelo» así nos lo muestran. Sin embargo, existe otro tipo de herencias familiares que no son tan visibles a primera vista y que la mirada familiar sistémica tiene muy en cuenta.

Aquellos sucesos y circunstancias que vivieron nuestros antepasados permitieron, por un lado, desarrollar talentos y habilidades, o generaron heridas emocionales, según si las situaciones fueron resueltas de manera satisfactoria o no. De este modo, el sistema familiar va creando su propia inteligencia sistémica y todos los miembros que pertenecen a él resuenan en esa especie de «wifi» particular, también conocida como alma familiar. Esos talentos, habilidades o heridas emocionales son las que, de alguna forma u otra, se trasmiten en herencia a las generaciones posteriores.

Ser consciente de esta parte no tan visible, pero a la vez, o por ello mismo, tan potente en nuestra vida, es un paso imprescindible en esta terapia.

¿Qué permite la mirada sistémica?

La mirada sistémica permite aportar claridad a nuestro presente, dar sentido a la vivencia que estamos experimentando, tomar consciencia de esa parte de lealtad o también llamado amor ciego a nuestro sistema familiar de donde provenimos, reconocer la fuerza, los talentos y habilidades de los nuestros,  mirar los sucesos que acontecieron como parte del recorrido de desarrollo evolutivo, sin poner juicio, honrar y respetar aquello que fue y, sobre todo, liberarse de las cargas y dinámicas disfuncionales que limitan la conducta de la persona y obstaculizan el desarrollo de su vida.

Desde el trabajo sistémico se puede acompañar cualquier tipo de sintomatología o malestar, desde las dificultades de relaciones, de aprendizaje, con la profesión o los talentos, con la prosperidad, las enfermedades, etc., ya que se basa en la observación, desarrollo y sanación consciente de aquello que se repite en el sistema familiar para que pueda ser resuelto de una manera diferente a lo que no se pudo concluir de manera satisfactoria en el pasado.

Vínculo y relación, para entender el trabajo sistémico

Estamos acostumbrados a mirar y valorar nuestra vida según las relaciones que creemos escoger libremente, que la familia nos viene impuesta y que somos libres de tener una buena relación o no con ella. Nos podemos llegar a decir que no es importante para el devenir de nuestra vida que sintamos resentimiento con nuestro hermano o hermana, o que nada tiene que ver con esa actual mala relación, en el ámbito que sea, con el hecho de que en la familia hubiese un grave conflicto entre los abuelos por una herencia familiar.

Sin embargo, cuando trabajamos desde la mirada sistémica, rápidamente se pueden observar patrones que se repiten incluso en esas supuestas relaciones escogidas, como pudieran ser la pareja o las amistades.

Uno de los conceptos que da luz a este aspecto es la diferencia entre vínculo y relación. Para la mirada sistémica, el vínculo como aquella unión no material que mantendrá en resonancia para siempre a las personas, se produce por consanguineidad, más allá de que tengan o no relación, incluso aunque no se hayan conocido. Este vínculo es de suma importancia para la persona. Sentirse en paz con su origen, con sus vínculos de sangre, si no se llegara a sentir la fuerza y el poder de su clan, sería un objetivo muy liberador para la persona y fundamento del acompañamiento sistémico.

Por supuesto, existe, se trabaja y tiene su lugar el vínculo secundario, aquél que se produce a través de las relaciones entre las personas, las amistades, las parejas, los compañeros y compañeras de trabajo, etc. En múltiples ocasiones, se consulta por esas circunstancias porque es, en esas relaciones, donde se suelen proyectar las carencias o dinámicas inconscientes que están por resolver en nuestra familia ancestral.

También cobran especial importancia aquellas personas que quedaron vinculadas al sistema familiar por causas, a priori, fortuitas o circunstanciales, pero que marcaron un impacto en la familia, tanto si generasen bienestar o malestar, como alguien que salvó la vida a un familiar o le perpetró algún mal.

¿Cuáles son los principios en que se basa la mirada sistémica?

Bert Hellinger (1925–2019), creador de las constelaciones sistémicas, postuló tres principios básicos que llamó Órdenes del amor refiriéndose a las reglas que se mantienen en los sistemas a lo largo del tiempo, aunque sus miembros crezcan y/o vayan cambiando (por nacimientos, muertes, parejas que se forman o se rompen…).  El acompañamiento familiar sistémico tiene presente estos principios en todo proceso terapéutico.

Estos principios u órdenes son:

Primer orden: la pertenencia

Todos los miembros de un sistema tienen pleno derecho a pertenecer a él, tanto los que están como los que ya se han ido, incluyendo a quienes no lograron llegar (abortos). Todos aquellos que en algún momento formaron parte del sistema tienen su sitio. Todos, los que han quedado vinculados por consanguineidad, relación o suceso. La exclusión o falta de reconocimiento de alguno de ellos causa un desequilibrio en el sistema, que se encargará de re-incluirlo en alguna generación para establecer mecanismos para corregir esa transgresión.  Así, por ejemplo, cuando un miembro de la familia queda excluido, olvidado o despreciado (imaginemos un hermano que ha sido repudiado por algún problema de adicción) la consecuencia más inmediata que se deriva de la transgresión de esta norma es que algún nuevo miembro del sistema, en cierto sentido, reproducirá ese conflicto, para que el sistema tenga una nueva oportunidad de sanar esa dinámica inconclusa y cerrar la herida.

Segundo orden: la jerarquía

Todo miembro tiene el derecho de ocupar el lugar que le corresponde y reconocerse en él. Ese lugar es el que le marca el orden de llegada al sistema familiar.

Se crea desequilibrio cuando los que llegaron después intentan ocupar el lugar de algún miembro que llegó antes (haciéndose cargo de sus responsabilidades, por ejemplo), o cuando los miembros mayores no son capaces de mantener su lugar de prioridad.

Una gran parte de los problemas que nos encontramos en las consultas tienen que ver con la transgresión de este principio. Se puede apreciar en muchas de las relaciones conflictivas entre hermanos, hijos y padres, o incluso en ámbitos organizacionales.

Sin embargo, así como los primeros que llegan tienen prioridad sobre los nuevos en el sistema en cuanto a reconocimiento, si hablamos de atención y cuidado el orden se invierte, tal y como se explica en el tercer orden.

Tercer orden: equilibrio entre el dar y el recibir

En un sistema se da una interacción que lo mantiene vivo. Hay un dar y recibir constante, que tiene como fondo el amor.

En las relaciones entre iguales, es decir, en igualdad en los derechos y en las responsabilidades, este equilibrio se tiene que sentir compensado.

En una pareja, por ejemplo, cada miembro debe sentirse en igual implicación, aunque no sea en conceptos iguales: uno puede aportar más económicamente, el otro, en cuidados. En muchas ocasiones, cuando hay desequilibrio, en la que algún miembro siente que da mucho y recibe poco, o se siente en dependencia respecto a la pareja, el origen de esta descompensación viene en relación a roles adquiridos ya en la infancia en la familia de origen.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que sólo puede haber equilibrio en las relaciones entre iguales (amigos o pareja, entre hermanos, aunque ya seamos mayores siempre hay uno mayor que otro…), ya que los mayores y los que llegaron antes dan y los pequeños y los que llegaron después reciben. Los padres/madres dan, los hijos/hijas, reciben.

¿Qué herramientas se utilizan en un proceso de acompañamiento sistémico?

En mi caso, el acompañamiento desde la mirada sistémica incluye abrirse a la voluntad de tomar este proceso como una aventura de conciencia interior y de mirada al sistema al que se pertenece, sin juzgar, siempre mirándolo para comprender, con actitud observadora y de aprendizaje; una invitación a formularse cuestiones como: ¿cómo se abrió paso la vida para que llegaras a este mundo?, ¿qué rol te dieron y/o tomaste en la familia?, ¿qué cuestiones se repiten en tu vida y no consigues resolver satisfactoriamente?, por describir alguna de ellas.

Desde esta premisa realizamos una primera entrevista donde se determina los síntomas o malestares y el objetivo deseado.

Las herramientas principales que solemos utilizar en este proceso son la línea de vida, el genograma y los movimientos sistémicos. Además, vamos añadiendo técnicas de gestión emocional cuando se precisa.

  1. En la línea de vida recopilamos los hechos biográficos acontecidos en el devenir de la persona, normalmente los recogemos por períodos de siete años (aquí añado conceptos de desarrollo humano de la concepción antroposófica, por septenios). Este trabajo permite a la persona visualizar circunstancias que se han repetido, los talentos desarrollados, los reveses que ha recibido, los roles que ha adquirido, y cuanto de alineado o desordenado al proceso natural evolutivo del ser humano ha podido estar.
  2. El genograma consiste en realizar el árbol genealógico de la familia, normalmente hasta la tercera generación atrás, incluyendo información relevante como las interrelaciones, fechas de nacimiento y fallecimiento, nombres, lugares de nacimiento, profesiones, sucesos relevantes; incluyendo, según el primer orden de Bert Hellinger, todos quienes pertenecen.Aquí podemos observar las coincidencias y también cuánta información se transmitió y cuánta quedó oculta, por exclusión, dolor, vergüenza, protección… Los espacios sin información suelen ser tan significativos para la persona como observar nombres, circunstancias y roles que se repiten.
  3. Los movimientos sistémicos son representaciones simbólicas con muñecos (tipo playmobil) o bloques geométricos de la persona de la familia, situaciones, síntomas, etc. Esta herramienta facilita el desplegar la información inconsciente de la persona, esa que el adulto suele mantener a raya por su mente racional. A partir de la configuración simbólica de un asunto, conflicto personal, familiar o laboral, y su interpretación, se busca una imagen de solución ante una dificultad concreta, permitiendo tener otro punto de vista ante ese conflicto.

Además, durante este proceso se proporcionan técnicas de gestión emocional, se acompaña en la práctica diaria de nuevas formas de relacionarse y se trabajan herramientas que fueran necesarias como el perdón y la compasión.

Manuela se siente desesperada

Manuela es una mujer de 47 años que viene por recomendación de un amigo. No sabe muy bien en qué consiste el trabajo sistémico, pero se siente muy molesta con la vida que, como ella dice, le está tocando vivir, sobre todo respecto a su familia, sus hermanos y sus padres.

Le cuesta dormir, tiene ansiedad y hace un año y medio que está viviendo en casa de sus padres, desde el confinamiento. Se quedó sin trabajo a causa de la pandemia, y, aunque sirvió para cuidar a sus padres, ahora se siente estancada, «secuestrada» por la situación.

En la primera entrevista dice que lo que le gustaría trabajar es su autoestima. Siente que los acontecimientos de su vida le demuestran una y otra vez que no sirve para nada, que cuando intenta alguna cosa, por mucho entusiasmo y esfuerzo que le pone, cuando está a punto de conseguirlo, todo se viene abajo y no lo consigue.

Asimismo, con sus hermanos mantiene una relación muy tensa. Ella cree que no la tienen en consideración y que se aprovechan de que ella esté en casa con sus padres para desocuparse de ellos y, por otro lado, toman decisiones sin tenerla en cuenta.

Le explico en qué consiste el trabajo de acompañamiento sistémico y se propone como objetivo tomar este proceso como un preparatorio antes de ponerse a buscar un nuevo trabajo, ya que actualmente se siente muy desorientada hasta para reconocerse en su valía profesional.

La línea de vida de Manuela

En el proceso elaborado de su línea de vida, Manuela puede ver claramente esa repetición de sucesos con resultado de «fracaso» que ella había comentado. Lo revelador e impactante para ella ha sido ir observando como ella misma ha ido provocado de manera directa o indirecta, ese resultado.

Se ha ido dando cuenta de que en ella vive un gran impulso de alejarse de su familia y sin embargo, está «enganchada» a sus padres, ocupando el rol de cuidadora principal de estos, aun teniendo cuatro hermanos más.

Pudo observar cómo se ponía enferma cada vez que se proponía alejarse un tiempo de sus padres, tanto de pequeña cuando tocaba ir de colonias con el colegio como, de mayor, cuando frustró su ambicioso proyecto de ir a estudiar al extranjero por enfermar de hepatitis y que, al recuperarse y perder ese año académico, acabó ocupándose del negocio familiar, e impidiendo así volver a intentar, «por responsabilidad», volver a proponérselo.

También pudo ver con claridad que había desestimado la compra de aquel apartamento que tanto le gustaba al lado del mar, perdiendo incluso la paga y señal, por la importancia que le dio al comentario de sus padres de que era un piso demasiado pequeño si ellos quisieran ir a visitarla.

Claro está que el mayor reconocimiento de autoboicot ha sido sentirse demasiado presionada ante cualquier relación que pareciera progresar a compromiso de pareja y dejarlas por no querer perder su supuesta libertad.

En todas esas y otras vivencias de fracaso, como ella lo ha ido relatando, siempre existía el resultado de seguir pendiente de los padres. Esta conciencia le iba permitiendo abrir la mirada hacia el rol o función que ella ha estado realizando dentro de su sistema familiar.

Más allá que su voluntad consciente quisiera demostrar a la familia ser una persona exitosa e independiente, ha ido tomando consciencia de esa función inconsciente que ejercía para su familia que la anclaba a permanecer cerca de los padres.

Y como resultado de todo esto, «el que ella no lograra nada», estaba al servicio de su sistema familiar.

El genograma de Manuela

Recopilar información de su árbol genealógico, preguntar por la familia, los sucesos, las relaciones, ha sido para ella un como abrir un tesoro que esconde las piezas que encajan y daban comprensión al desordenado puzle de su vida.

Ocupar su lugar como hija, la cuarta de cinco, le ha hecho ver que no es tan imprescindible para sus padres, que ella puede ocuparse de su futuro y permitir a sus hermanos que enfrenten con la decisión de ocuparse o no de la atención de sus padres.

También ha podido observarse ella sola rodeada de sus hermanos con sus respectivas familias. Ella no se había percibido así.

Poner luz en ciertos aspectos familiares que quedaron ocultos por el dolor que representaron en aquella época, le ha permitido dignificar la vida de quienes sufrieron y darles el lugar familiar que les correspondía.

Aunque el descubrimiento para ella más relevante ha sido el conocimiento de una historia familiar muy significativa, ocultada por el dolor. Un tío abuelo suyo, llamado Manuel y cuya muerte temprana por accidente, permitió al resto de la familia, por la indemnización recibida, salir de la pobreza. El conocer este hecho ha sido para ella como un impacto de luz directa al corazón.

En ella resonó «el entregar su vida por la familia» como una lealtad inconsciente a ese familiar suyo. Ahora cobraba sentido el porqué su abuela había insistido en ponerle Manuela. Como recuerdo de su hermano fallecido, ya que ella nació el mismo día del aniversario del fallecimiento de su tío Manuel.

Los movimientos sistémicos

El trabajo con los muñecos que fuimos realizando en las sesiones mientras avanzábamos con este proceso de acompañamiento, le iba permitiendo desplegar su inconsciente para visualizar su rol de entrega y sacrificio al sistema familiar, sus resistencias y miedos a hacer cambios, contactar con su coraje y talentos, ordenar sus prioridades, visualizar su propio futuro, utilizar a modo de ritual las frases sanadoras para colocar en su lugar las relaciones y los vínculos con sus padres, con sus hermanos suyos, hacer las paces con los sucesos… Todo este trabajo suavizó de manera espectacular la relación con ellos.

Un futuro abierto para Manuela

Para Manuela este proceso ha significado una aventura. Adentrándose en la historia de su familia ha comprendido las ligaduras inconscientes que la retenían, en contra de su voluntad, a perpetuar ese rol de sacrificio por la familia, ha comprendido que aquello que ocurrió tuvo un sentido de supervivencia para el sistema, pero que ahora ya no es necesaria esa función.

Así que, liberada de esa resonancia, Manuela se siente preparada para afrontar el nuevo reto de futuro, encontrar su nuevo trabajo cargada de ilusión y coraje.

Rosa Chacón, terapeuta familiar sistémica de INTEGRAL, COOPERATIVA DE SALUT.

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